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Isaías 47:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 Tú has confiado en tu maldad, y has dicho: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan cuando a ti misma te dices: “Yo soy y no hay otra fuera de mí”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 »Te sentías segura en tu maldad. “Nadie me ve”, dijiste. Pero tu “sabiduría” y tu “conocimiento” te han descarriado, y dijiste: “Yo soy la única, y no hay otra”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Te sentías segura en tu maldad, y decías: 'Nadie me ve. Tu sabiduría y tu ciencia se te subieron a la cabeza. hasta tal punto que pensabas: 'Yo y nadie más.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: No hay quien me vea; Fuiste pervertida por tu arrogante ciencia, Y dijiste en tu corazón: Yo y nadie más que yo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Confiabas en tu maldad y decías: 'Nadie me ve'. Tu sabiduría y tu ciencia te han descarriado; pues decías en tu corazón: 'Yo, y nadie más'.

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Isaías 47:10
23 Referans Kwoze  

Se dice a sí mismo: «Dios se ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada».


«¡Aquí tienen al hombre que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se refugió en su maldad!».


Unos a otros se animan en sus planes malvados, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: «¿Quién las verá?».


Nadie tiene poder sobre el viento para retenerlo; ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte. No hay licencias durante la batalla, ni la maldad deja libre al malvado.


Ustedes dicen: «Hemos hecho un convenio con la muerte; hemos hecho una alianza con el sepulcro. Cuando venga una calamidad abrumadora, no nos podrá alcanzar, porque hemos hecho de la mentira nuestro refugio y del engaño nuestro escondite».


¡Ay! de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades. Cometen sus fechorías en la oscuridad y piensan: «¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?».


Se alimentan de cenizas, se dejan engañar por sus ilusos corazones, no pueden salvarse a sí mismos ni decir: «¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!».


»Ahora, escucha esto, provocadora; tú, que moras confiada y te dices a ti misma: “Yo soy y no hay otra fuera de mí. Nunca enviudaré ni me quedaré sin hijos”.


¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!


Nadie clama por la justicia; nadie va a juicio con integridad. Se confía en argumentos sin sentido y se mienten unos a otros. Conciben malicia y dan a luz perversidad.


«¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo?», afirma el Señor. «¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?», afirma el Señor.


Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza.


Y él me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen los ancianos israelitas en los oscuros nichos de sus ídolos? Andan diciendo: “El Señor no nos ve. El Señor abandonó esta tierra”».


Él me respondió: «La iniquidad del pueblo de Israel y de Judá es extremadamente grande. El país está lleno de violencia; la ciudad, llena de injusticia. Porque ellos dicen: “El Señor abandonó la tierra; el Señor no nos ve”.


Por tanto, yo ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez su prosperidad pueda continuar».


Esta es la ciudad alegre que habitaba segura, la que se decía a sí misma: «Yo y nadie más». ¡Cómo ha quedado convertida en espanto, en guarida de fieras! Todo el que pasa junto a ella se mofa y le hace gestos con las manos.


Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios


Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura. Como está escrito: «Él atrapa a los sabios en su propia astucia»;


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