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Isaías 42:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 »Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu y llevará justicia a las naciones.

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Biblia Reina Valera 1960

1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Miren a mi siervo, al que yo fortalezco; él es mi elegido, quien me complace. He puesto mi Espíritu sobre él; él hará justicia a las naciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, al que escogí con gusto. He puesto mi Espíritu sobre él, y hará que la justicia llegue a las naciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 He aquí° mi Siervo, a quien Yo sostengo; Mi escogido,° en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre Él, Y Él traerá la justicia a las naciones.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Mirad a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien se complace mi alma. Puse mi espíritu sobre él; dictará equidad a las naciones.

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Isaías 42:1
47 Referans Kwoze  

El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos.


El rey defenderá la causa de los pobres del pueblo, salvará a los necesitados y aplastará a los opresores.


“Estableceré tu descendencia para siempre y afirmaré tu trono por todas las generaciones”». Selah


Dios mismo juzgará entre las naciones y administrará justicia a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y en hoces sus lanzas. Ya no levantará su espada nación contra nación y nunca más se adiestrarán para la guerra.


La justicia morará en el desierto y en la tierra fructífera habitará la rectitud.


«Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo:


Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé.


No clamará, ni gritará, ni alzará su voz en las calles.


«Ustedes son mis testigos», afirma el Señor, «y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcan y crean en mí, y entiendan que yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios ni habrá ninguno después de mí.


¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.


Miren, mi siervo prosperará; será exaltado, levantado y muy enaltecido.


Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho. Por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos y cargará con las iniquidades de ellos.


«En cuanto a mí —dice el Señor—, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre», dice el Señor.


El Espíritu del Señor y Dios está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar libertad a los cautivos y la liberación de los prisioneros,


¿Quién es este que viene de Edom, desde Bosra, con ropas teñidas de rojo? ¿Quién es este de espléndido ropaje, que avanza con fuerza arrolladora? «Soy yo, el que habla con justicia, el que tiene poder para salvar».


En aquel día —afirma el Señor de los Ejércitos—, te tomaré a ti, mi siervo Zorobabel, hijo de Salatiel —dice el Señor—, y te haré semejante a un anillo de sellar, porque yo te he elegido”, declara el Señor de los Ejércitos».


»”Escucha, Josué, sumo sacerdote, y que lo oigan tus compañeros que se sientan en tu presencia y que son símbolos de lo que vendrá: Estoy por traer a mi siervo, estoy por traer al Renuevo.


Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el Señor de los Ejércitos—.


Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió y de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!».


y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz que desde el cielo decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».


«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos,


a pregonar el año del favor del Señor».


Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Este es mi Hijo, mi escogido. ¡Escúchenlo!».


Miren que viene la hora, y ya es la hora, en que ustedes serán dispersados; cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo.


El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción.


Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación.


Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.


Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: —¡Así que también a los no judíos ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!


»Por tanto, quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los no judíos, y ellos sí escucharán».


—¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.


Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que vivamos en santidad y sin mancha delante de él. En amor


para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.


Aunque soy el más insignificante de todos los creyentes, recibí esta gracia de predicar a las naciones las incalculables riquezas de Cristo


Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.


Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo,


Cristo es la piedra viva, desechada por los seres humanos, pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercarse a él,


Así dice la Escritura: «Miren, yo pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa, y el que confíe en ella no será jamás defraudado».


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