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Isaías 37:29 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

29 Porque has rugido contra mí y tu insolencia ha llegado a mis oídos, te pondré una argolla en la nariz y un freno en la boca. Además, por el mismo camino por donde viniste te haré regresar.

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Biblia Reina Valera 1960

29 Porque contra mí te airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos; pondré, pues, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Por esa furia en mi contra y por tu arrogancia, que yo mismo oí, te pondré mi gancho en la nariz y mi freno en la boca. Te haré regresar por el mismo camino por donde viniste”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Te has levantado contra mí y tus palabras insolentes han llegado a mis oídos; por eso, voy a poner un anillo en tus narices y un freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde has venido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Por cuanto tu enfurecimiento contra mí y tu soberbia° han llegado a mis oídos, pondré mi garfio en tu nariz y mi brida en tu boca, y te haré volver por el camino en que viniste.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Porque te has enfurecido contra mí, porque tu insolencia ha llegado a mis oídos, pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino que trajiste.

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Isaías 37:29
26 Referans Kwoze  

¿Puedes ponerle un cordel en la nariz o perforarle la quijada con un gancho?


No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno para acercarlos a ti».


Se agitan las naciones, los reinos caen; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.


No pases por alto el griterío de tus adversarios, el creciente tumulto de tus enemigos.


Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria.


Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian.


Cuando el Señor termine lo que va a hacer contra el monte Sión y contra Jerusalén, él dirá: «Castigaré el fruto del orgulloso corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos.


Su aliento es cual torrente desbordado que llega hasta el cuello, para sacudir a las naciones y llevarlas a la ruina. Pone en las quijadas de los pueblos un freno que los desvía.


¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».


El comandante en jefe les dijo: —Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria: »“¿En qué se basa tu confianza?


para que le dijeran: «Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: “No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria”.


Volverá por el mismo camino que vino; ¡en esta ciudad no entrará!”. Yo, el Señor, lo afirmo.


¡Mira! Voy a poner un espíritu en él, de manera que cuando oiga cierto rumor regrese a su propio país. Allí haré que lo maten a filo de espada”».


Te pondré garfios en las mandíbulas, y haré que los peces del río se te peguen a las escamas. Y con todos los peces pegados a tus escamas te sacaré de la corriente.


Me has desafiado con arrogancia y has multiplicado tus palabras contra mí; yo te he escuchado.


Te haré venir, te pondré garfios en las mandíbulas y te sacaré con todo tu ejército, caballos y jinetes. Todos ellos están bien armados; son una multitud enorme, con escudos y broqueles; todos ellos empuñan la espada.


El Señor y Dios ha jurado por su santidad: «Vendrán días en que hasta la última de ustedes será arreada con ganchos y anzuelos.


Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. —Soy inocente de la muerte de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!


La multitud estuvo escuchando a Pablo hasta que pronunció esas palabras. Entonces levantaron la voz y gritaron: «¡Bórralo de la tierra! ¡Ese tipo no merece vivir!».


Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?


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