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Isaías 35:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

3 Fortalezcan las manos débiles, afirmen las rodillas temblorosas;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Con esta noticia, fortalezcan a los que tienen cansadas las manos, y animen a los que tienen débiles las rodillas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Robustezcan las manos débiles y afirmen las rodillas que se doblan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Fortaleced las manos cansadas, Afirmad las rodillas endebles,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Fortaleced las manos débiles, las rodillas vacilantes afirmad.

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Isaías 35:3
16 Referans Kwoze  

Todos sus vecinos los ayudaron con plata y oro, bienes y ganado, objetos valiosos y todo tipo de ofrendas voluntarias.


Les infundiría nuevos bríos con la boca; les daría consuelo con los labios.


Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella. Luego Aarón y Hur sostuvieron sus brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol.


»Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas.


Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, ni te desanimes,


»Así dice el Señor de los Ejércitos: “¡Cobren ánimo, ustedes, los que en estos días han escuchado las palabras de los profetas, mientras se echan los cimientos para la reconstrucción del Templo del Señor de los Ejércitos!


Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.


Entonces se apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.


Después de pasar algún tiempo allí, Pablo se fue a visitar una por una las congregaciones de Galacia y Frigia, animando a todos los discípulos.


Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos débiles y de sus rodillas temblorosas.


y escucha lo que digan. Después de eso cobrarás valor para atacar el campamento». Así que él y Furá, su criado, bajaron hasta los puestos de los centinelas, en las afueras del campamento.


«No tengas miedo —dijo—, que mi padre no podrá atraparte. Tú vas a ser el rey de Israel y yo seré el segundo al mando. Esto, hasta mi padre lo sabe».


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