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Isaías 35:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Florecerá y se regocijará: ¡gritará de alegría! Se le dará la gloria del Líbano y el esplendor del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Así es, habrá abundancia de flores, de cantos y de alegría. Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del Líbano, tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón. Allí el Señor manifestará su gloria, el esplendor de nuestro Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Florezca exuberante y desborde de júbilo, Alégrese y cante alabanzas! Porque le fue dada la gloria del Líbano,° La hermosura del Carmelo y de Sarón.° Sí, ellos verán la gloria de YHVH, La majestad de nuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Como el narciso ha de florecer; exultará, sí, exultará jubiloso. Le ha sido concedida la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria de Yahveh, el esplendor de nuestro Dios.

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Isaías 35:2
57 Referans Kwoze  

¡Que los árboles del campo canten de gozo ante el Señor! ¡Ya viene a juzgar la tierra!


Sitray, de Sarón, estaba a cargo del ganado que pastaba en Sarón. Safat, hijo de Adlay, estaba a cargo del ganado de los valles.


Estos habitaron en Galaad, en Basán y sus aldeas, y en todos los campos de pastoreo de Sarón, hasta sus confines.


Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta.


Que haya abundancia de grano en la tierra; que ondeen los trigales en la cumbre de los montes. Que el grano se dé como en el Líbano; que abunden las gavillas como la hierba del campo.


Bendito sea por siempre su glorioso nombre; ¡que toda la tierra se llene de su gloria! Amén y amén.


Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.


Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.


y mañana por la mañana verán la gloria del Señor. Ya él sabe que ustedes andan murmurando contra él. No somos nadie para que ustedes murmuren contra nosotros.


Yo soy una rosa de Sarón, una azucena de los valles.


Tu cabeza se eleva como la cumbre del Carmelo. Hilos de color púrpura son tus cabellos; con tus rizos has cautivado al rey.


En aquel día se dirá: «¡Sí, este es nuestro Dios; en él confiamos y él nos salvó! ¡Este es el Señor, en él hemos confiado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación!».


Días vendrán en que Jacob echará raíces, en que Israel retoñará, florecerá y llenará el mundo con sus frutos.


hasta que desde lo alto el Espíritu sea derramado sobre nosotros. Entonces el desierto se volverá un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque.


La tierra está de luto y languidece; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón es como un desierto; Basán y el Carmelo pierden su follaje.


Volverán los rescatados del Señor y entrarán en Sión con cantos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los quejidos.


Entonces se revelará la gloria del Señor, y la verá toda la humanidad. El Señor mismo lo ha dicho».


Portadora de buenas noticias a Sión, súbete a una alta montaña. Portadora de buenas noticias a Jerusalén, alza con fuerza tu voz. Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!».


Plantaré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; en áridas tierras plantaré cipreses, junto con pinos y abetos,


Ustedes, los cielos, ¡griten de alegría! Tierra, ¡regocíjate! Montañas, ¡prorrumpan en canciones! Porque el Señor consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres.


Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria».


»Te llegará la gloria del Líbano, con los cipreses, junto a los pinos y los abetos, para embellecer el lugar de mi santuario. Glorificaré el lugar donde reposan mis pies.


Ya no será el sol tu luz durante el día ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria.


Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre. Serán el renuevo plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará.


y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de alabanza en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.


«Mas alégrense con Jerusalén y regocíjense por ella, todos los que la aman; salten con ella de alegría todos los que por ella se conduelen.


Cuando ustedes vean esto, se regocijará su corazón, y su cuerpo florecerá como la hierba. El Señor dará a conocer su poder entre sus siervos y su furor entre sus enemigos.


Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio. Hundirá sus raíces como cedro del Líbano.


Porque se llenará la tierra con el conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas cubren los mares.


Efraín se volverá como un guerrero y su corazón se alegrará como si tomara vino. Sus hijos lo verán y se pondrán felices; su corazón se alegrará en el Señor.


Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él.


»Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.


Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.


¿Y cómo predicarán sin ser enviados? Así está escrito: «¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian las buenas noticias!».


En otro pasaje dice: «Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios».


Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.


Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!», hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.


Alamélec, Amad y Miseal. La frontera tocaba, por el oeste, el monte Carmelo y Sijor Libnat.


La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.


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