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Isaías 30:30 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

30 El Señor hará oír su majestuosa voz; su brazo descenderá con rugiente ira y llama de fuego consumidor; con aguacero, tormenta y granizo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

30 Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Y el Señor hará oír su majestuosa voz y demostrará la fuerza de su brazo poderoso. Descenderá con llamas consumidoras, con aguaceros, con tormentas eléctricas y enormes granizos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Yavé hará oír su voz majestuosa y descargará su ardiente cólera, en medio de relámpagos que queman y de una tempestad de lluvia y granizo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y YHVH hará oír la majestad de su voz, Y mostrará su brazo que descarga con indignación su ira, Con llamas de fuego devorador, Con turbión y tempestad y granizo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Yahveh hará oír la majestad de su voz, y él hará ver el desplome de su brazo con furia de ira y llama de fuego devorador, chubasco y aguacero y piedra de granizo.

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Isaías 30:30
50 Referans Kwoze  

»¿Has llegado a visitar los depósitos de nieve y de granizo,


que guardo para tiempos de angustia, cuando se libran guerras y batallas?


¿Tienes acaso un brazo como el mío? ¿Puede tu voz tronar como la mía?


En su enojo los reprende, en su furor los asusta y dice:


Se agitan las naciones, los reinos caen; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.


¡Canten al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas! Su diestra, su santo brazo, ha alcanzado la victoria.


pues caerá sobre ellos pavor y espanto. Por tu gran poder, Señor, quedarán mudos como piedras hasta que haya pasado tu pueblo, el pueblo que adquiriste para ti.


Moisés levantó su vara hacia el cielo y el Señor hizo que cayera granizo sobre todo Egipto: envió truenos, granizo y rayos sobre toda la tierra.


Llovió granizo y con el granizo caían rayos zigzagueantes. Nunca en toda la historia de Egipto como nación hubo una tormenta peor que esta.


Por eso enviará el Señor, el Señor de los Ejércitos, una enfermedad devastadora sobre sus robustos guerreros. En vez de honrarlos, les prenderá fuego, un fuego como de llama ardiente.


Con un látigo los azotará el Señor de los Ejércitos, como cuando abatió a Madián en la roca de Oreb; levantará sobre el mar su vara, como lo hizo en Egipto.


«¡Ay de Asiria, vara de mi ira! ¡El garrote de mi enojo está en su mano!


Miren, el Señor cuenta con alguien que es fuerte y poderoso: Este echará todo por tierra con violencia, como tormenta de granizo, como tempestad destructora, como tormenta de aguas torrenciales, como torrente desbordado.


vendrá contra ti el Señor de los Ejércitos; vendrá con truenos, terremotos y gran estruendo; vendrá con una violenta tormenta y con devoradoras llamas de fuego.


Ustedes cantarán como en noche de fiesta sagrada; su corazón se alegrará, como cuando uno sube con flautas a la montaña del Señor, a la Roca de Israel.


La voz del Señor quebrantará a Asiria; la golpeará con su bastón.


Porque así me dice el Señor: «Como león que gruñe sobre la presa cuando contra él se reúne toda una cuadrilla de pastores; como cachorro de león que no se asusta por sus gritos ni se inquieta por su tumulto, así también el Señor de los Ejércitos descenderá para combatir sobre el monte Sión, sobre su cumbre.


Aunque el granizo arrase con el bosque y la ciudad sea completamente allanada,


Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?».


que servirá de cobertizo, para dar sombra contra el calor del día, y de refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.


¡Despierta, brazo del Señor! ¡Despierta y vístete de fuerza! Despierta, como en los días pasados, como en las generaciones de antaño. ¿No fuiste tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó a ese monstruo marino?


El Señor desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.


Por su mano derecha, por su brazo poderoso, ha jurado el Señor: «Nunca más daré a tus enemigos tu grano como alimento, ni se beberá gente extranjera el vino nuevo por el que trabajaste.


¡Ya viene el Señor con fuego! ¡Sus carros de combate son como un torbellino! Descargará su enojo con furor, y su reprensión con llamas de fuego.


Con fuego y con espada juzgará el Señor a todo mortal. ¡Muchos morirán a manos del Señor!


Así dice el Señor de los Ejércitos: «La calamidad se extiende de nación en nación; una terrible tempestad se desata desde los confines de la tierra».


El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.


»”Por tanto, así dice el Señor y Dios: En mi furia desataré un viento huracanado; en mi ira, una lluvia torrencial; en mi furia, granizo destructor.


Al saltar sobre las cumbres de los montes, producen un estruendo como el de carros de guerra, como el crepitar del fuego al consumir la hojarasca. ¡Son como un ejército poderoso en formación de batalla!


Por eso yo prenderé fuego a los muros de Rabá que consumirá sus fortalezas entre gritos de guerra en el día de la batalla, y en el rugir de la tormenta en un día de tempestad.


A su paso se derriten los montes como la cera junto al fuego; se agrietan los valles como partidos por el agua de un torrente.


Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá hambre y terremotos en diferentes lugares.


Hizo proezas con su brazo; desbarató las intrigas de los soberbios.


para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús.


A su vez, el Señor llenó de pánico a los amorreos ante la presencia del ejército israelita, y este les infligió una tremenda derrota en Gabaón. A los que huyeron los persiguieron por el camino que sube a Bet Jorón, y acabaron con ellos por la vía que va a Azeca y Maquedá.


Mientras los amorreos huían de Israel, por la bajada entre Bet Jorón y Azeca, el Señor mandó del cielo una tremenda granizada que mató a más gente de la que el ejército israelita había matado a filo de espada.


Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno y su voz era tan fuerte como el estruendo de muchas aguas.


Entonces se abrió en el cielo el templo de Dios; allí se vio el arca de su pacto y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.


Mientras Samuel ofrecía el sacrificio, los filisteos avanzaron para atacar a Israel. Pero aquel día el Señor lanzó grandes truenos contra los filisteos. Esto creó confusión entre ellos y cayeron derrotados ante los israelitas.


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