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Isaías 24:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Por eso una maldición consume a la tierra y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Por lo tanto, una maldición consume la tierra; sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado. El fuego los destruye, y solo unos cuantos quedan con vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Por eso, una maldición ha devorado la tierra por culpa de sus habitantes; por eso, se han ido muriendo y sólo quedan unos pocos. ('

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Por esto una maldición devora la tierra, Y sus habitantes lo pagan. Por esta causa los habitantes de la tierra son consumidos, Y la humanidad ha disminuido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Por eso la maldición devora la tierra, y expían la culpa los que la habitan; por eso disminuyen los habitantes y quedan hombres contados.

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Isaías 24:6
28 Referans Kwoze  

Joaquín, rey de Judá, se rindió, junto con su madre, sus servidores, oficiales y nobles. Así, en el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia capturó a Joaquín.


Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.


El hombre fuerte se convertirá en estopa y su trabajo, en chispa; arderán los dos juntos y no habrá quien los apague».


Si el Señor de los Ejércitos no nos hubiera dejado un remanente de sobrevivientes, seríamos ya como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.


Mi espada se ha embriagado en el cielo; miren cómo desciende en juicio sobre Edom, pueblo que he condenado a la destrucción total.


Por eso humillé a las autoridades del templo; entregué a Jacob a la destrucción total, entregué a Israel al menosprecio.


Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. Porque han rechazado la Ley del Señor de los Ejércitos y han desdeñado la palabra del Santo de Israel.


Por la ira del Señor de los Ejércitos arderá en fuego la tierra. Y el pueblo será el combustible: ¡Nadie se compadecerá de su hermano!


¿Hasta cuándo estará seca la tierra, y marchita la hierba de todos los campos? Los animales y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país, quienes se atreven a decir: «Dios no verá nuestro fin».


Por eso, así dice el Señor, el Dios de los Ejércitos: «Por cuanto el pueblo ha hablado de esa forma, mis palabras serán como fuego en tu boca, y este pueblo, como un montón de leña. Ese fuego los consumirá.


Toma algunos de los cabellos y átalos al borde de tu manto.


Lanzaré sobre ustedes fieras salvajes que arrebatarán sus hijos y destruirán su ganado. De tal manera los diezmarán que sus caminos quedarán desiertos.


Si no me hacen caso ni se deciden a honrar mi nombre —dice el Señor de los Ejércitos—, les enviaré una maldición y maldeciré sus bendiciones. Ya las he maldecido, porque ustedes no se han decidido a honrarme.


Ustedes —la nación entera—, están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando.


»Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja; ese día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor de los Ejércitos—.


Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres; así no vendré a herir la tierra con destrucción total».


—¡Que la culpa de su muerte caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.


Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.


Isaías, por su parte, proclama respecto a Israel: «Aunque los israelitas sean tan numerosos como la arena del mar, solo el remanente será salvo;


Y tú, que como pueblo fuiste tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios.


El Señor los dispersará entre las naciones y entre todas ellas solo quedarán esparcidos unos pocos.


Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego; y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.


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