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Isaías 14:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

19 Pero a ti, el sepulcro te ha vomitado como a un vástago repugnante. Los que murieron a filo de espada, los que bajaron al fondo de la fosa, te han cubierto por completo. ¡Pareces un cadáver pisoteado!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 pero tú serás sacado de tu sepultura como una rama inútil. Como un cadáver pisoteado bajo los pies, serás arrojado a una fosa común con los que murieron en batalla. Descenderás al abismo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 pero tú has sido echado a la fosa común, como una basura que molesta, como un cadáver pisoteado, cubierto de gente masacrada, de degollados por la espada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Pero tú eres echado de tu sepulcro como vástago abominable, Como ropaje de muertos pasados a espada, Precipitados al fondo de la fosa, como un cadáver pisoteado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 pero tú yaces arrojado, sin sepulcro, como tronco detestado, cubierto de muertos traspasados a espada, como cadáver hollado. Ellos bajaron a tumbas de piedra;

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Isaías 14:19
17 Referans Kwoze  

Dile que así dice el Señor: “¿No has asesinado a un hombre y encima te has adueñado de su propiedad?”. Luego dile que así también dice el Señor: “¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre!”».


»También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo».


y Jehú ordenó a su ayudante Bidcar: —Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot, el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y el Señor pronunció contra él esta sentencia:


Al que atrapen lo traspasarán; el que caiga preso morirá a filo de espada.


Todos los reyes de las naciones reposan con honor, cada uno en su tumba.


Serán arrojados sus muertos, hedor despedirán sus cadáveres, su sangre corre por las montañas.


Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


«En esta tierra morirán grandes y pequeños; nadie llorará por ellos ni los sepultará; nadie se hará heridas en el cuerpo ni se rapará la cabeza por ellos.


Será enterrado como un asno; lo arrastrarán y arrojarán fuera de las puertas de Jerusalén».


Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael, hijo de Netanías, y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna.


El rey Asá había hecho una cisterna para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde Ismael, hijo de Netanías, arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con Guedalías, llenándola de cadáveres.


Caerán muertos en Babilonia; serán traspasados en las calles.


Todos los que sembraban el terror en la tierra de los vivientes yacen muertos, víctimas de la espada. Ahora están sepultados en lo más profundo de la fosa, tendidos alrededor de su tumba.


No yacen con los héroes caídos de entre los paganos, que bajaron a los dominios de la muerte con sus armas de guerra y que tienen sus espadas bajo la cabeza. El castigo de sus pecados cayó sobre sus huesos, porque estos héroes sembraron el terror en la tierra de los vivientes.


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