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Isaías 10:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que me enfurece, para saquearlo y despojarlo, para pisotearlo como al barro de las calles.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Envío a Asiria contra una nación pagana, contra un pueblo con el cual estoy enojado. Asiria los saqueará, y los pisoteará como a polvo debajo de sus pies.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Yo lo he enviado contra una nación impía, contra un pueblo que me molesta, para que lo saquee y le quite todo lo que tiene y lo pisotee como el polvo de las calles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Lo envié contra una nación infiel, Lo despaché contra el pueblo de mi ira, Para que capturara el botín, tomara despojos, Y lo pisoteara como barro callejero.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Contra una nación impía la envío, contra el pueblo de mi enojo la mando, para despojar el despojo, para saquear el saqueo, para hollarlo como barro de las calles.

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Isaías 10:6
38 Referans Kwoze  

Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra. Los pisoteé como al lodo de las calles.


¿Acaso he venido a atacar y a destruir este lugar sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».


La tierra de Judá será un espanto para los egipcios. Por causa de lo que el Señor de los Ejércitos está planeando contra ellos, la sola mención de Judá llenará de espanto a los que oigan este nombre.


El Señor, el Señor de los Ejércitos, ha decretado un día de pánico, un día de humillación y desconcierto en el valle de la visión, un día para derribar muros y para levantar gritos de socorro a la montaña.


La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno.


El Señor dice: «Este pueblo se acerca a mí con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración es solo un mandamiento humano que le ha sido enseñado.


Porque el necio profiere necedades y su corazón está inclinado al mal; practica la impiedad, y habla falsedades contra el Señor; deja con hambre al hambriento y niega el agua al sediento.


¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido! ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado! Cuando dejes de destruir, te destruirán; cuando dejes de traicionar, te traicionarán.


Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?».


»Del norte hice venir a uno y acudió a mi llamado; desde el oriente invoca mi nombre. Como alfarero que amasa arcilla con los pies, aplasta gobernantes como si fueran barro.


Tus hijos se apresuran; de ti se apartan tus destructores y los que te asolaron.


Pero así dice el Señor: «Sí, al guerrero se le arrebatará el cautivo y del tirano se rescatará el botín; contenderé con los que contiendan contigo y yo mismo salvaré a tus hijos.


Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Su rugido es el de una leona, como el de los leoncillos: gruñe y atrapa la presa, y se la lleva sin que nadie se la arrebate.


Voy a decirles lo que haré con mi viña: Le quitaré su cerco para que sirva de pasto; derribaré su muro para que sea pisoteada.


«He pisado el lagar yo solo; ninguno de los pueblos estuvo conmigo. Los he pisoteado en mi enojo; los he aplastado en mi ira. Su sangre salpicó mis vestidos, y me manché toda la ropa.


En mi enojo pisoteé a los pueblos y los embriagué con la copa de mi ira; hice correr su sangre sobre la tierra».


El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la dinastía de tu padre días como no se conocieron desde que Efraín se separó de Judá, pues hará venir al rey de Asiria».


Antes de que el niño aprenda a decir “papá” y “mamá”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria».


pasará hasta Judá, la inundará y crecerá hasta llegarle al cuello. Sus alas extendidas, ¡oh Emanuel!, cubrirán la anchura de tu tierra».


Por eso no se complacerá el Señor en los jóvenes; tampoco se apiadará de huérfanos y viudas, porque todos ellos son impíos y malvados; sus labios profieren necedades. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Por la ira del Señor de los Ejércitos arderá en fuego la tierra. Y el pueblo será el combustible: ¡Nadie se compadecerá de su hermano!


yo haré que vengan todos los pueblos del norte y también mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna ruina!”, afirma el Señor.


A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió hacerlo», afirma el Señor.


Voy a dar una orden —afirma el Señor—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total ruina, sin habitantes».


Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?


Yo le entregaré a Egipto como recompensa por lo que hizo contra Tiro, porque ellos lo hicieron por mí, afirma el Señor y Dios.


Lo saquearé y me llevaré el botín. Atacaré a las ciudades reconstruidas de entre las ruinas, al pueblo reunido allí de entre las naciones. Es un pueblo rico en ganado y posesiones, que se cree el centro del mundo’.


La gente de Sabá y Dedán, los comerciantes de Tarsis y todos sus potentados, te preguntarán: ‘¿A qué vienes? ¿A despojarnos de todo lo nuestro? ¿Para eso reuniste a tus tropas? ¿Para quitarnos la plata y el oro, y llevarte nuestros ganados y posesiones? ¿Para alzarte con un enorme botín?’ ”.


Cuando lo vea mi enemiga, la que me decía: «¿Dónde está el Señor tu Dios?», se llenará de vergüenza. Mis ojos contemplarán su desgracia, pues será pisoteada como el lodo de las calles.


¿No eres tú, Señor, desde la eternidad? ¡Tú, mi Dios, mi santo, no morirás! Tú, Señor, los has puesto para hacer justicia; tú, mi Roca, los has puesto para ejecutar tu castigo.


Juntos serán como guerreros que combaten sobre el lodo de las calles, que luchan contra jinetes y los derriban porque el Señor está con ellos.


¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes:


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