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Isaías 10:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 ¡Ay de los que emiten estatutos injustos y publican edictos opresivos!

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Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Qué aflicción les espera a los jueces injustos y a los que emiten leyes injustas!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Pobres de aquellos que dictan leyes injustas y ponen por escrito los decretos de la maldad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de quienes decretan decretos injustos, Y legislan leyes inicuas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de quienes decretan decretos inicuos y escriben escritos vejatorios

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Isaías 10:1
39 Referans Kwoze  

Llegaron los dos hombres perversos, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: «¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!». Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas.


¡No! Ustedes a plena conciencia cometen injusticias, y la violencia de sus manos se esparce en el país.


»No seas parcial con el pobre en sus demandas legales.


»No tuerzas la justicia contra los pobres de tu pueblo en sus demandas legales.


los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor y con engaños perjudican al inocente.


¡Ay del malvado, pues le irá mal! ¡Según la obra de sus manos se le pagará!


El Señor entra en juicio contra los jefes y líderes de su pueblo: «¡Ustedes han arruinado la viña y el despojo del pobre está en sus casas!


¡Ay de los que madrugan para ir tras bebidas embriagantes, que se quedan hasta muy tarde para encenderse con vino!


¡Ay de los que arrastran iniquidad con cuerdas de mentira y el pecado con sogas de carreta!


de los que por soborno absuelven al culpable y niegan sus derechos al inocente!


¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa y se apropian de campo tras campo hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminan viviendo solos en la tierra!


Hemos sido rebeldes; hemos negado al Señor. Le hemos vuelto la espalda a nuestro Dios. Fomentamos la opresión y la traición; proferimos las mentiras concebidas en nuestro corazón.


Nadie clama por la justicia; nadie va a juicio con integridad. Se confía en argumentos sin sentido y se mienten unos a otros. Conciben malicia y dan a luz perversidad.


»¡Ay del que edifica su casa y sus habitaciones superiores violentando la justicia y el derecho! ¡Ay del que obliga a su prójimo a trabajar gratis y no le paga por su trabajo!


Pisan la cabeza de los desvalidos como si fuera el polvo de la tierra y niegan la justicia al oprimido. Padre e hijo se acuestan con la misma joven, profanando así mi santo nombre.


Tú sigues fielmente los decretos de Omrí y todas las prácticas de la dinastía de Acab; te conduces según sus consejos. Por eso voy a entregarte a la destrucción y a poner en ridículo a tus habitantes. ¡Tendrás que soportar el insulto de los pueblos!».


»¡Ay del que construye una ciudad con sangre y establece un poblado con maldad!


»¡Ay de ti, que emborrachas a tu prójimo, que derramas tu veneno hasta embriagarlo para contemplar su cuerpo desnudo!


¡Ay del que dice al madero: “Despierta”, y a la piedra muda: “Levántate”! Aunque están recubiertos de oro y plata, nada pueden enseñarle, pues carecen de aliento de vida.


Y estos lo harán objeto de burla en sus sátiras y adivinanzas. ¡Ay del que se hace rico con lo ajeno y acumula prendas empeñadas! ¿Hasta cuándo seguirá con esta práctica?


»¡Ay del que llena su casa de ganancias injustas en un intento por salvar su nido y escapar de las garras del infortunio!


«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.


»¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la Ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello.


»¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de impurezas.


»¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos.


El Hijo del hombre se irá, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.


»¡Ay de ustedes, expertos en la Ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado, y a los que intentan hacerlo, les han cerrado el paso».


Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en cuello: —¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! —Pues llévenselo y crucifíquenlo ustedes —respondió Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.


Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya estos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo.


¡Ay de los que siguieron el camino de Caín! Por ganar dinero se entregaron al error de Balán y perecieron en la rebelión de Coré.


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