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Isaías 1:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 Su país está desolado, sus ciudades son presa del fuego; ante sus propios ojos los extraños devoran sus campos; su país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Su país yace en ruinas, y sus ciudades han sido incendiadas. Los extranjeros saquean sus campos frente a sus propios ojos y destruyen todo lo que ven a su paso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Su país es una soledad con ciudades hechas cenizas; ustedes vieron las cosechas, y el enemigo se las comió; esta ruina no es menos que la de Sodoma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Vuestra tierra está asolada, vuestras ciudades incendiadas, Vuestro país, devorado ante vosotros mismos; Desolado, como la desolación que causan los extraños.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Vuestro país, un desierto; vuestras ciudades, incendiadas; vuestra tierra, ante vosotros, extranjeros la devoran. Es un desierto, como una destrucción a mano de extranjeros.

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Isaías 1:7
37 Referans Kwoze  

Por eso el Señor su Dios lo entregó al poder del rey de Aram. Los arameos lo derrotaron y capturaron una gran cantidad de prisioneros que se llevaron a Damasco. Acaz también cayó en poder del rey de Israel, quien le infligió una gran derrota.


los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes.


Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción.


Que un acreedor se apodere de todos sus bienes; que gente extraña saquee sus posesiones.


La hija Sión ha quedado como cobertizo en un viñedo, como choza en un huerto de pepinos, como ciudad sitiada.


Jerusalén se tambalea, Judá se derrumba, porque su hablar y su actuar son contrarios al Señor: ¡desafían su gloriosa presencia!


Los arroyos de Edom se volverán ríos de brea, su polvo se convertirá en azufre y en ardiente brea se volverá su tierra.


«Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas y tu tierra quedó asolada, ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes y lejos quedarán los que te devoraban.


Los corderos pastarán como en praderas propias y las cabras comerán entre las ruinas de los ricos.


El Señor de los Ejércitos me ha dicho al oído: «Ciertamente muchas casas quedarán devastadas y no habrá quien habite las grandes mansiones.


Entonces exclamé: —¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: —Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno; hasta que las casas queden deshabitadas y los campos asolados y en ruinas;


»Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones.


Por su mano derecha, por su brazo poderoso, ha jurado el Señor: «Nunca más daré a tus enemigos tu grano como alimento, ni se beberá gente extranjera el vino nuevo por el que trabajaste.


Tus ciudades santas han quedado devastadas y hasta Sión se ha vuelto un desierto; Jerusalén ha quedado en ruinas.


Porque la maldad arde como un fuego que consume espinos y cardos, que incendia la espesura del bosque y sube luego, como torbellino, en una columna de humo.


Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla y toda la ropa teñida en sangre serán arrojadas al fuego, serán consumidas por las llamas.


Los leones rugieron contra él, lanzaron fuertes gruñidos. Dejaron desolado su país, sus ciudades fueron incendiadas y ya nadie las habita.


Un león ha salido del matorral, un destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar de origen para desolar tu tierra; tus ciudades quedarán en ruinas y totalmente despobladas.


Por eso se derramó mi ira y se encendió mi furor contra las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, las cuales se convirtieron en ruina hasta el día de hoy”.


¡Escarmienta, Jerusalén, para que no me aparte de ti! De lo contrario, te dejaré devastada, en una tierra inhabitable».


Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén se apaguen los gritos de alegría, las voces de júbilo y los cánticos del novio y de la novia, porque esta tierra quedará desolada.


Nuestra heredad ha caído en manos extrañas; nuestro hogar, en manos de extranjeros.


Por eso yo los entregaré al poder de los pueblos del oriente. Ellos armarán sus campamentos y establecerán entre ustedes sus moradas; comerán sus frutos y beberán su leche.


Secaré los canales del Nilo y entregaré el país en manos de gente malvada. Por medio de manos extranjeras desolaré el país y cuanto haya en él. Yo, el Señor, lo he dicho”.


Los extranjeros minan sus fuerzas, pero él ni cuenta se da. Su pelo se ha encanecido, pero él ni cuenta se da.


»Sembraron vientos y cosecharán tempestades. El tallo no tiene espiga y no producirá harina; si acaso llegara a producirla, se la tragarían los extranjeros.


Los dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, los perseguiré hasta dejar desolada su tierra y en ruinas sus ciudades.


Entonces la tierra disfrutará de sus años sabáticos todo el tiempo que permanezca desolada, mientras ustedes vivan en el país de sus enemigos. Así la tierra descansará y disfrutará de sus sábados.


Exterminaré las ciudades de tu país y derribaré todas tus fortalezas.


Por lo que a mí toca, te demoleré a golpes, te destruiré por tus pecados.


Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; para ti solo habrá opresión y malos tratos cada día.


Los extranjeros que vivan contigo alcanzarán cada vez más poder sobre ti, mientras que tú te irás hundiendo más y más.


Toda ella será un desperdicio ardiente de sal y de azufre, donde nada podrá plantarse, nada germinará y ni siquiera la hierba crecerá. Será como cuando el Señor destruyó con el furor de su ira las ciudades de Sodoma y Gomorra, Admá y Zeboyín.


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