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Isaías 1:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

23 Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van detrás de las recompensas. No abogan por el huérfano ni se ocupan de la causa de la viuda.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Tus líderes son rebeldes, compañeros de ladrones. A todos ellos les encantan los sobornos y exigen que se los den, pero se niegan a defender la causa de los huérfanos y a luchar por los derechos de las viudas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Tus jefes son unos rebeldes, cómplices de ladrones. Todos esperan recompensa y van detrás de los regalos. No hacen justicia al huérfano ni atienden la causa de la viuda.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Tus príncipes° son rebeldes y cómplices de ladrones, Todos aman el soborno y corren tras las dádivas. No hacen justicia al huérfano ni la causa de la viuda llega a ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Tus príncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. No defienden al huérfano, la causa de la viuda no llega a ellos.

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Isaías 1:23
47 Referans Kwoze  

También los líderes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron su maldad, pues siguieron las prácticas detestables de los países vecinos y contaminaron el Templo que el Señor había consagrado para sí en Jerusalén.


»No aceptes soborno, porque nubla la vista y tuerce las palabras de los justos.


El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia.


El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará.


¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y restituyan al oprimido! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!».


«Vengan, pongamos las cosas en claro», dice el Señor. «Aunque sus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como la lana.


Tu plata se ha convertido en escoria; tu buen vino está mezclado con agua.


Por tanto, gobernantes insolentes de este pueblo de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor:


El Señor entra en juicio contra los jefes y líderes de su pueblo: «¡Ustedes han arruinado la viña y el despojo del pobre está en sus casas!


El Señor ha dictado esta sentencia: «Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado,


Solo el que camina con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal.


de los que por soborno absuelven al culpable y niegan sus derechos al inocente!


Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo rebelde, que va por mal camino, siguiendo sus propios pensamientos.


«Pero tus ojos y tu corazón solo buscan ganancias deshonestas, solo buscan derramar sangre inocente y practicar la opresión y la violencia».


por todo el mal que han cometido los pueblos de Israel y de Judá: ellos, sus reyes, sus oficiales, sus sacerdotes y sus profetas, todos los habitantes de Judá y de Jerusalén.


La rodean como quien cuida un campo, porque ella se rebeló contra mí», afirma el Señor.


Me dirigiré a los líderes y les hablaré; porque ellos sí conocen el camino del Señor y las demandas de su Dios». Pero ellos también quebrantaron el yugo y rompieron las ataduras.


Por eso los herirá el león de la selva y los despedazará el lobo del desierto; frente a sus ciudades está el leopardo al acecho y todo el que salga de ellas será despedazado, pues son muchas sus rebeliones y numerosas sus infidelidades.


«Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver, pero no ven; tienen oídos para oír, pero no oyen. ¡Son un pueblo rebelde!


Los oficiales de la ciudad son como lobos que desgarran a su presa; siempre están listos a derramar sangre y a destruir vidas, con tal de lograr ganancias injustas.


Cuando ya no tienen buen vino, se entregan de lleno a la prostitución, ¡y hasta sus gobernantes aman la deshonra!


Los líderes de Judá se parecen a los que alteran los linderos. ¡Derramaré mi enojo sobre ellos como agua en una inundación!


«Toda su maldad comenzó en Guilgal; allí comencé a aborrecerlos. Por causa de sus maldades, los expulsaré de mi casa. No los amaré más, pues todos sus líderes son rebeldes.


¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos, cuán grandes sus pecados! Ustedes oprimen al justo, exigen soborno y en los tribunales atropellan al necesitado.


Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga y sus profetas predicen por dinero; para colmo, buscan apoyo en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!».


Escuchen esto ustedes, príncipes de la casa de Jacob y autoridades del pueblo de Israel, que abominan la justicia y tuercen el derecho,


Los ricos de la ciudad son gente violenta; sus habitantes son gente mentirosa; y sus lenguas hablan con engaño.


Ambas manos son hábiles para hacer el mal; gobernadores y jueces exigen soborno. Los poderosos imponen lo que quieren; todos traman en conjunto.


No opriman a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros, ni a los pobres. No maquinen el mal en su corazón los unos contra los otros”.


«De modo que me acercaré a ustedes para juicio. Estaré presto a testificar contra los hechiceros, los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan a sus jornaleros; contra los que oprimen a las viudas, a los huérfanos y niegan el derecho del extranjero, sin mostrarme ningún temor —dice el Señor de los Ejércitos—.


Los jefes de Moab y de Madián fueron a dar a Balán el mensaje que Balac enviaba y llevaron consigo dinero para pagarle sus adivinaciones.


«Escrito está —dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”, pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».


También les enseñaba con estas palabras: «¿No está escrito: »“Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”? Pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».


«Escrito está —dijo—: “Mi casa será casa de oración”, pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».


Entonces, comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.


No pervertirás la justicia ni actuarás con parcialidad. No aceptarás soborno, pues el soborno nubla los ojos del sabio y tuerce las palabras del justo.


La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones y conservarse limpio de la corrupción del mundo.


Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia.


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