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Hechos 26:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los creyentes y, cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Por cierto, eso fue justo lo que hice en Jerusalén. Con la autorización de los sacerdotes principales, hice que muchos creyentes de allí fueran enviados a la cárcel. Di mi voto en contra de ellos cuando los condenaban a muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Así lo hice en Jerusalén con los poderes que me dieron los jefes de los sacerdotes: hice encarcelar a muchos creyentes, y cuando eran condenados a muerte, yo di también mi voto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 lo cual, en efecto, hice en Jerusalem, pues luego de recibir autorización de parte de los principales sacerdotes, no sólo encerré yo en cárceles a muchos de los santos, sino que deposité la piedrecita° en contra cuando los mataban.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Y lo hice en Jerusalén; encerré a muchos de los fieles en la cárcel, con autorización que recibía de los pontífices. Cuando se los condenaba a muerte, yo daba mi voto contra ellos.

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Hechos 26:10
17 Referans Kwoze  

En cuanto a los santos que están en la tierra, son los nobles en quienes está toda mi delicia.


lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores encargaron sus mantos a un joven llamado Saulo.


Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.


Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entraba de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los encarcelaba.


Todos los que le oían quedaban asombrados y preguntaban: «¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?».


Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo.


Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los creyentes que vivían en Lida.


Él, tomándola de la mano, la levantó. Luego llamó a los creyentes y a las viudas, a quienes la presentó viva.


Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.


Ustedes ya están enterados de mi conducta cuando pertenecía al judaísmo, de la furia con que perseguía a la iglesia de Dios, tratando de destruirla.


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, a los fieles creyentes en Cristo Jesús que están en Éfeso:


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes y de los que testificaron de Jesús. Al verla, quedé sumamente asombrado.


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