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Hechos 25:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 Pablo contestó: —Ya estoy ante el tribunal del césar, que es donde se me debe juzgar. No he agraviado a los judíos, como usted sabe muy bien.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pero Pablo contestó: —¡No! Esta es la corte oficial romana, por lo tanto, debo ser juzgado aquí mismo. Usted sabe muy bien que no soy culpable de hacer daño a los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Pablo contestó: 'Estoy ante el tribunal del César; ahí debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú muy bien sabes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pablo entonces contestó: Estoy ante el tribunal del César, donde debo ser juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como tú sabes muy bien.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Pablo dijo: 'Estoy ante el tribunal del César y en él debo ser juzgado. En nada he ofendido a los judíos como tú muy bien sabes.

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Hechos 25:10
12 Referans Kwoze  

Pilato sabía que habían entregado a Jesús por envidia.


Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».


Descubrí que lo acusaban de algunas cuestiones de su Ley, pero no había contra él cargo alguno que mereciera la muerte o la cárcel.


Cuando acudieron a mí, no dilaté el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y mandé traer a este hombre.


He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte, pero como apeló al emperador, he decidido enviarlo a Roma.


Después de pasar entre los judíos unos ocho o diez días, Festo bajó a Cesarea y al día siguiente convocó al tribunal y mandó que trajeran a Pablo.


Al retirarse, decían entre sí: —Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel.


Estos me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que mereciera la muerte.


Más bien, hemos renunciado a todo lo vergonzoso que se hace a escondidas; no actuamos con engaño ni torcemos la palabra de Dios. Al contrario, mediante la clara exposición de la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de Dios.


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