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Hechos 22:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Bajo la tutela de Gamaliel recibí instrucción cabal en la Ley de nuestros antepasados, y fui tan celoso de Dios como cualquiera de ustedes lo es hoy día.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces Pablo dijo: «Soy judío, nacido en Tarso, una ciudad de Cilicia, y fui criado y educado aquí en Jerusalén bajo el maestro Gamaliel. Como estudiante de él, fui cuidadosamente entrenado en nuestras leyes y costumbres judías. Llegué a tener un gran celo por honrar a Dios en todo lo que hacía, tal como todos ustedes hoy.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad. Teniendo a Gamaliel de maestro, fui instruido en la Ley de nuestros padres en la forma más seria, y era un fanático del servicio de Dios, como ustedes ahora.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Yo soy un varón judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, y educado a los pies de Gamaliel° conforme a la rigidez de la ley ancestral,° siendo tan celoso de Dios como todos vosotros lo sois hoy.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 'Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero he sido educado en esta misma ciudad, a los pies de Gamaliel, he sido instruido en el exacto cumplimiento de la ley patria y he estado lleno de celo por la causa de Dios, como lo sois todos vosotros hoy.

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Hechos 22:3
27 Referans Kwoze  

Los gabaonitas no pertenecían a la nación de Israel, sino que eran un remanente de los amorreos. Los israelitas habían hecho un pacto con ellos, pero tanto era el celo de Saúl por Israel y Judá que trató de exterminarlos. Entonces David convocó a los gabaonitas


Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y ordenó a su criado: «Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas».


Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.


Al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


por lo que la gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.


Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo


Con ellos mandaron la siguiente carta: Los apóstoles y los líderes religiosos, a nuestros hermanos no judíos en Antioquía, Siria y Cilicia: Saludos.


y viajó por Siria y Cilicia, consolidando a las iglesias.


Al oírlo, alabaron a Dios. Luego dijeron a Pablo: «Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído, y todos ellos siguen aferrados a la Ley.


—No, yo soy judío, natural de Tarso, una ciudad muy importante de Cilicia —le respondió Pablo—. Por favor, permítame hablarle al pueblo.


Félix leyó la carta y preguntó de qué provincia era. Al enterarse de que Pablo era de Cilicia,


Pablo, sabiendo que unos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, exclamó en el Consejo: —Hermanos, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos.


Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión.


»Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret.


Pero un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la Ley muy respetado por todo el pueblo, se puso de pie en el Consejo y mandó que hicieran salir por un momento a los apóstoles.


Discutían con él ciertos individuos de la sinagoga llamada de los Libertos, donde había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia.


Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote


—Anda —le dijo el Señor—, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando


Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso.


Por lo tanto, pregunto: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín.


¿Son ellos hebreos? Pues yo también. ¿Son israelitas? También yo lo soy. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también.


En la práctica del judaísmo, yo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las tradiciones de mis antepasados.


Más tarde fui a las regiones de Siria y Cilicia.


Él es quien ama a su pueblo; todos los santos están en su mano. A sus pies ellos se postran y de él reciben instrucción.


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