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Hechos 2:39 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

39 En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos; es decir, para todos aquellos a quienes el Señor, nuestro Dios, llame.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Porque el don de Dios es para ustedes y para sus hijos, y también para todos aquellos a los que el Señor, nuestro Dios, quiera llamar, aun cuando se hayan alejado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos llame el Señor nuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 porque esta promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos cuantos, estando lejos, el Señor nuestro Dios se dignare llamar'.

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Hechos 2:39
41 Referans Kwoze  

que regaré con agua la tierra sedienta y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus vástagos,


El Señor instruirá a todos tus hijos y grande será su paz.


les haré proclamar esta alabanza: ¡Paz a los que están lejos y paz a los que están cerca! Yo los sanaré», dice el Señor,


Desde el occidente temerán al nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor.


«El Redentor vendrá a Sión; ¡vendrá a todos los de Jacob que se arrepientan de su rebeldía!», afirma el Señor.


No trabajarán en vano ni tendrán hijos para la desgracia; tanto ellos como su descendencia serán simiente bendecida del Señor.


Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, donde vivieron sus antepasados. Ellos, sus hijos y sus nietos vivirán allí para siempre y mi siervo David será su príncipe eterno.


»Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y los jóvenes recibirán visiones.


Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo, porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como lo ha dicho el Señor. Y entre los sobrevivientes estarán los llamados del Señor.


Los creyentes judíos que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los no judíos,


Cuando llegaron, reunieron a la iglesia e informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y de cómo había abierto la puerta de la fe a los no judíos.


Simón nos ha expuesto cómo Dios desde el principio tuvo a bien escoger de entre los no judíos un pueblo para honra de su nombre.


Enviados por la iglesia, al pasar por Fenicia y Samaria contaron cómo se habían convertido los no judíos. Estas noticias llenaron de alegría a todos los creyentes.


Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros.


porque los regalos de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento.


A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.


Esos somos nosotros, a quienes Dios llamó no solo de entre los judíos, sino también de entre los no judíos.


el pueblo de Israel. De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la Ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas.


Porque el esposo no creyente ha sido santificado por la unión con su esposa, y la esposa no creyente ha sido santificada por la unión con su esposo creyente. Si así no fuera, sus hijos serían impuros, mientras que, de hecho, son considerados santos.


Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre pueblo santo,


recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.


Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza;


los que hoy están aquí presentes delante del Señor, sino también con los que todavía no se encuentran entre nosotros.


Por eso oramos constantemente por ustedes, para que nuestro Dios los considere dignos del llamamiento que les ha hecho, y por su poder cumpla todo propósito de bien y toda obra que realicen por la fe.


Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo;


Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y que tienen parte en el mismo llamamiento celestial, fijen su atención en Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de la fe que confesamos.


Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de las transgresiones cometidas bajo el primer pacto.


Luego de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.


Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás


Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir con devoción.


Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes. Los que están con él son sus llamados, sus escogidos y sus fieles».


El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!”». Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios».


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