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Hechos 10:35 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

35 sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 En cada nación, él acepta a los que le temen y hacen lo correcto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 En toda nación mira con benevolencia al que teme a Dios y practica la justicia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 sino que de toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 sino que le es agradable todo el que, sea de la raza que fuere, le teme y practica la justicia.

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Hechos 10:35
36 Referans Kwoze  

Y dijo a los mortales: «Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es inteligencia!».


El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. ¡Su alabanza permanece para siempre!


El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las ordenanzas del Señor son verdaderas: todas ellas son justas.


Muy cercano está para salvar a los que le temen, para establecer su gloria en nuestra tierra.


El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.


Con amor y verdad se perdona el pecado y con respeto al Señor se evita el mal.


entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios.


No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal.


El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre.


Me han ofrecido sacrificios y ofrendas, y se han comido la carne, pero el Señor no se agrada con ellos. Ahora voy a recordar sus maldades y castigaré sus pecados; y tendrán que regresar a Egipto.


El ángel se acercó a ella y le dijo: —¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.


Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente.


Entonces les habló así: —Ustedes saben muy bien que nuestra Ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar impuro o inmundo.


Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe.


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.


Porque Dios no considera justos a los que oyen la Ley, sino a los que la cumplen.


De hecho, cuando los no judíos, que no tienen la Ley, cumplen por naturaleza lo que la Ley exige, ellos son Ley para sí mismos, aunque no tengan la Ley.


Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción,


Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o no, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.


Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.


Ya no hay judío ni no judío, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.


para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.


Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.


Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.


que ha llegado hasta ustedes. Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre ustedes desde el día en que supieron de la gracia de Dios y la comprendieron plenamente.


En esta nueva naturaleza no hay judío ni no judío, circunciso ni incircunciso, extranjero, inculto, esclavo o libre, sino que Cristo es todo y está en todos.


Si reconocen que Jesucristo es justo, reconozcan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.


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