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Hechos 10:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Era un hombre devoto, temeroso de Dios, igual que todos los de su casa. Daba generosamente a los pobres y oraba a Dios con frecuencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los 'que temen a Dios'. Daba muchas limosnas a los judíos pobres y oraba constantemente a Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 piadoso y temeroso de Dios° con toda su casa, que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 piadoso y temeroso de Dios, él y toda su familia, que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente.

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Hechos 10:2
51 Referans Kwoze  

Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el Señor cumplirá lo que ha prometido».


óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que este templo que he construido lleva tu Nombre.


óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que este templo que he construido lleva tu Nombre.


En la región de Uz había un hombre íntegro e intachable que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job.


Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran delante de Dios. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en sus corazones a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.


Las naciones temerán el nombre del Señor; todos los reyes de la tierra reconocerán tu gloria.


Dichosos los que obedecen sus mandatos y de todo corazón lo buscan.


Encamíname en tu verdad. Y enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvación. ¡En ti pongo mi esperanza todo el día!


Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia.


En la noche, en la mañana y al mediodía, clamo angustiado y él me escucha.


Ten piedad de mí, Señor, porque a ti clamo todo el día.


Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo ante ti.


Bueno es agarrar esto sin soltar aquello. Quien teme a Dios evitará los extremos.


Desde el occidente temerán al nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor.


Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día.


El rey dio entonces la orden y Daniel fue arrojado al foso de los leones. Allí el rey animaba a Daniel: —¡Que tu Dios, a quien sirves continuamente, se digne salvarte!


Ya cerca, lleno de ansiedad gritó: —Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves continuamente, salvarte de los leones?


He decretado que en todo lugar de mi reino la gente adore y honre al Dios de Daniel. Porque él es el Dios vivo, y permanece para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio jamás tendrá fin.


Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil.


Jesús contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.


Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la consolación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él


Ellos contestaron: —Venimos de parte del centurión Cornelio, un hombre justo y temeroso de Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dio instrucciones de invitarlo a usted a su casa para escuchar lo que usted tiene que decirle.


y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia.


sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.


—¿Qué quieres, Señor? —preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. —Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —contestó el ángel—.


Después de que se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado devoto de los que le servían regularmente.


Él te traerá un mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia”.


Pablo se puso en pie, hizo una señal con la mano y dijo: «Escúchenme, israelitas, y ustedes, los no judíos temerosos de Dios:


»Hermanos, descendientes de Abraham, y ustedes, los no judíos temerosos de Dios: a nosotros se nos ha enviado este mensaje de salvación.


Pero los judíos incitaron a mujeres muy distinguidas y fieles al judaísmo, también a los hombres más prominentes de la ciudad y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé. Por tanto, los expulsaron de la región.


Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia. También creyeron y fueron bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo.


Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra.


»Vino a verme un tal Ananías, hombre devoto que observaba la Ley y a quien respetaban mucho los judíos que allí vivían.


Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.


—Anda —le dijo el Señor—, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.


Había en Jope una discípula llamada Tabita; que en griego se dice Dorcas. Esta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres.


Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento


Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.


Pero si les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».


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