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Hechos 1:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

13 Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago.

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Biblia Reina Valera 1960

13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Cuando llegaron, subieron a la habitación de la planta alta de la casa donde se hospedaban. Estos son los nombres de los que estaban presentes: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago (hijo de Alfeo), Simón (el zelote) y Judas (hijo de Santiago).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Entraron en la ciudad y subieron a la habitación superior de la casa donde se alojaban. Allí estaban Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelotes, y Judas, hijo de Santiago.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Y tan pronto entraron, subieron al aposento alto donde estaban alojados Pedro y Juan, Jacobo° y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo° de Alfeo, Simón el Zelote,° y Judas, el hermano de Jacobo.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Entraron y subieron a la habitación donde se alojaban Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón de Zelotes y Judas el de Santiago.

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Hechos 1:13
45 Referans Kwoze  

Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme» —dijo Jesús. Y Mateo se levantó y lo siguió.


Él les mostrará en la planta alta una sala amplia, amueblada y arreglada. Preparen allí nuestra cena.


Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir temor y angustia.


Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme» —dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió.


No dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.


Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos;


Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena.


Entonces Tomás, apodado el Gemelo, dijo a los otros discípulos: —Vayamos también nosotros para morir con él.


Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros y no al mundo?


—¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? —le preguntó la portera. —No lo soy —respondió Pedro.


Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que apodaban el Gemelo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.


Con la mano Pedro hizo señas de que se callaran y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. —Cuéntenles esto a Santiago y a los hermanos —dijo. Luego salió y se fue a otro lugar.


Cuando terminaron, Santiago tomó la palabra y dijo: —Hermanos, escúchenme.


Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello: «Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que voy a decir.


—Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo.


En el cuarto del piso superior donde estábamos reunidos había muchas lámparas.


Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús.


Pero Pedro y Juan replicaron: —¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos!


Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles,


No vi a ningún otro de los apóstoles; solo vi a Santiago, el hermano del Señor.


En efecto, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los no judíos y ellos a los judíos.


Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.


El anciano, a la señora elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad —y no solo yo, sino todos los que han conocido la verdad—,


Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los llamados, que son amados por Dios el Padre y guardados por Jesucristo:


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