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Génesis 44:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

18 Entonces Judá se acercó a José para decirle: —Mi señor, no se enoje usted conmigo, pero le ruego que me permita hablarle en privado. Usted es tan importante como el faraón.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Entonces Judá dio un paso adelante y dijo: —Por favor, mi señor, permita que su siervo le hable tan solo unas palabras. Le ruego que no se enoje conmigo, a pesar de ser usted tan poderoso como el faraón mismo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Entonces se adelantó Judá y le dijo: 'Permite, señor mío, que pueda tu siervo decirte algunas palabras sin que te enojes contra mí, aunque tú eres como Faraón.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: ¡Ay, señor mío! Te ruego que hable tu siervo una palabra a oídos de mi señor, y no se encienda tu ira contra tu siervo, porque tú eres como el mismo Faraón.

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Génesis 44:18
19 Referans Kwoze  

Abraham volvió a insistir: —No se enoje mi Señor, pero permítame seguir hablando. Tal vez se encuentren solo treinta. —No lo haré si encuentro allí a esos treinta —contestó él.


Abraham volvió a decir: —No se enoje mi Señor, pero permítame hablar una vez más. Tal vez se encuentren solo diez. —Aun por esos diez no la destruiré —respondió él por última vez.


pues dijo: —Préstenme atención que les voy a contar lo que he soñado.


Resulta que estábamos todos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las de ustedes se juntaron alrededor de la mía y se inclinaron ante ella.


Sus hermanos replicaron: —¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros y que nos vas a gobernar? Y lo odiaron aún más por los sueños que él contaba.


Quedarás a cargo de mi palacio y todo mi pueblo cumplirá tus órdenes. Solo respecto al trono yo tendré más autoridad que tú.


Entonces el faraón dijo: —Yo soy el faraón, pero nadie en todo Egipto podrá hacer nada sin tu permiso.


—¡Jamás podría yo actuar de ese modo! —respondió José—. Solo será mi esclavo el que tenía la copa en su poder. En cuanto a ustedes, regresen tranquilos a la casa de su padre.


Pero la mujer siguió diciendo: —Permita mi señor y rey que esta servidora suya diga algo más. —Habla.


Pero, cuando los eunucos comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey y se enfureció.


»Préstame atención, Job, escúchame; guarda silencio, que quiero hablar.


¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Arderá tu celo como el fuego?


—Señor mío, no te enojes —contestó Aarón—. Tú bien sabes cuán inclinado al mal es este pueblo.


Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto.


En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?


Gracias a la autoridad que Dios le dio, ante él temblaban de miedo todos los pueblos, naciones y gente de toda lengua. A quien él quería matar, lo mandaba matar; a quien quería perdonar, lo perdonaba; si quería promover a alguien, lo promovía; y, si quería humillarlo, lo humillaba.


Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo,


»Hermanos, permítanme hablarles con franqueza acerca del patriarca David, quien murió y fue sepultado, y cuyo sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.


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