Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Génesis 43:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

23 —Está bien, no tengan miedo —contestó aquel hombre—. El Dios de ustedes y de su padre habrá puesto ese tesoro en sus bolsas. A mí me consta que recibí el dinero que ustedes pagaron. El mayordomo llevó a Simeón

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Él les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

23 —Tranquilos, no tengan miedo —les dijo el administrador—. El Dios de ustedes, el Dios de su padre, debe de haber puesto ese tesoro en sus costales. Me consta que recibí el pago que hicieron. Después soltó a Simeón y lo llevó a donde estaban ellos.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

23 El mayordomo les dijo: 'Quédense tranquilos y no tengan miedo. El Dios de ustedes y el Dios de su padre les ha puesto ese tesoro en sus bolsas, pues yo recibí toda su plata. Y en seguida les devolvió a Simeón.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio un tesoro escondido en vuestros costales, vuestra plata llegó a mí. Y les sacó a Simeón.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 'Estad tranquilos -dijo aquél-; no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre es quien puso ese tesoro en vuestros sacos. Yo recibí ya vuestro dinero'. Y les sacó a Simeón.

Gade chapit la Kopi




Génesis 43:23
17 Referans Kwoze  

José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego volvió y habló con ellos, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos.


Entonces dijo a sus hermanos: —¡Me devolvieron el dinero! Miren, ¡aquí está, en mi bolsa! Los otros se asustaron mucho y temblando se decían unos a otros: —¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?


Entonces Jacob, su padre, dijo: —¡Ustedes me van a dejar sin hijos! José ya no está con nosotros, Simeón tampoco está aquí, ¡y ahora se quieren llevar a Benjamín! ¡Todo esto me perjudica!


¡Que el Dios Todopoderoso permita que ese hombre les tenga compasión y deje libre a su otro hermano, y además vuelvan con Benjamín! En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé!


También hemos traído más dinero para comprar alimento. ¡No sabemos quién pudo haber puesto el dinero de vuelta en nuestras bolsas!


Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó: «¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Tres veces deseamos la paz a ti y a quien te brinde su ayuda! ¡Y quien te ayuda es tu Dios!». David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa.


También algunos guerreros de Manasés se unieron a David cuando este iba con los filisteos a luchar contra Saúl. Pero David y sus guerreros no les ayudaron, porque los jefes de los filisteos se reunieron y decidieron despedirlo, pues dijeron: «David se pondrá de parte de su señor Saúl y eso nos costará la cabeza».


En respuesta, el rey escribió: Al comandante Rejún, al cronista Simsay y al resto de sus compañeros que viven en Samaria y en las otras regiones al oeste del río Éufrates: Saludos.


»En cualquier casa que entren, digan primero: “Paz a esta casa”.


Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y dijo: —¡La paz sea con ustedes!


La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.


Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y poniéndose en medio de ellos, dijo: —¡La paz sea con ustedes!


—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.


Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes!


—En mi casa serás bienvenido —dijo el anciano—. Yo me encargo de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza.


Pero el Señor dijo: —¡Quédate en paz! No temas. No vas a morir.


Díganle: “¡Que tengan salud y paz tú y tu familia, y todo lo que te pertenece!


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite