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Génesis 42:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

24 José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego volvió y habló con ellos, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Entonces José se apartó de ellos y comenzó a llorar. Cuando recuperó la compostura, volvió a hablarles. Entonces escogió a Simeón e hizo que lo ataran a la vista de los demás hermanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Al oír esto, José se retiró y lloró. Después volvió, habló a sus hermanos, tomó a Simeón, lo hizo amarrar en su presencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Entonces él se apartó, y lloró. Después volvió a ellos y les habló, y tomando de entre ellos a Simeón, lo ató ante sus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 José se alejó de ellos, y lloró. Después regresó a su lado. Eligió a Simeón y ordenó encadenarle a la vista de los demás.

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Génesis 42:24
15 Referans Kwoze  

Al tercer día, cuando los varones todavía estaban muy adoloridos, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada y fueron a la ciudad, donde los varones se encontraban desprevenidos, y los mataron a todos.


Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo.


¡Que el Dios Todopoderoso permita que ese hombre les tenga compasión y deje libre a su otro hermano, y además vuelvan con Benjamín! En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé!


—Está bien, no tengan miedo —contestó aquel hombre—. El Dios de ustedes y de su padre habrá puesto ese tesoro en sus bolsas. A mí me consta que recibí el dinero que ustedes pagaron. El mayordomo llevó a Simeón


Conmovido por la presencia de su hermano y no pudiendo contener el llanto, José salió de prisa. Entró en su habitación y allí se echó a llorar.


José ya no pudo controlarse delante de sus servidores, así que ordenó: «¡Que salgan todos de mi presencia!». Y ninguno de ellos quedó con él. Cuando se dio a conocer a sus hermanos,


comenzó a llorar tan fuerte que los egipcios se enteraron y la noticia llegó hasta la casa del faraón.


Si ellos se angustiaban, él también se angustiaba; el ángel de su presencia los salvó. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en los tiempos de antaño.


Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.


Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.


Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.


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