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Génesis 35:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Entonces Jacob les dijo a todos los de su casa: «Desháganse de todos sus ídolos paganos, purifíquense y pónganse ropas limpias.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Llamó Jacob a toda su familia y a los que estaban con él y les ordenó: 'Arrojen lejos a los dioses extranjeros que tienen con ustedes. Purifíquense y cámbiense la ropa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Entonces dijo Jacob a su casa y a todos los que estaban con él: Quitad los dioses extraños que hay entre vosotros, purificaos y mudad vuestras ropas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Dijo Jacob a los de su casa y a todos los que estaban con él: 'Retirad los dioses extranjeros que hay entre vosotros; purificaos y mudaos los vestidos.

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Génesis 35:2
58 Referans Kwoze  

Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el Señor cumplirá lo que ha prometido».


Mientras Labán estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robarse los ídolos familiares.


Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero ¿por qué me robaste mis dioses?


Pero Raquel, luego de tomar los ídolos familiares y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la tienda, pero no los encontró.


Cuando la vio Siquén, que era hijo de Jamor el heveo, jefe del lugar, la agarró por la fuerza, se acostó con ella y la violó.


Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo. Jacob tuvo doce hijos:


¿Y qué nación se puede comparar con tu pueblo Israel? Es la única nación en la tierra que tú has redimido para hacerla tu propio pueblo y para dar a conocer tu nombre. Hiciste grandes y asombrosas maravillas cuando al paso de tu pueblo, al cual redimiste de Egipto, expulsaste a las naciones y a sus dioses.


Sin embargo, todos esos pueblos se fabricaron sus propios dioses en las ciudades donde vivían, y los colocaron en los altares paganos que habían construido los samaritanos.


Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará y quedarás limpio».


Todos los dioses de las naciones son ídolos, pero el Señor ha hecho los cielos.


Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran delante de Dios. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en sus corazones a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.


Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.


Purifícame con hisopo y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.


y el Señor dijo: —Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que laven sus ropas


En cuanto Moisés bajó del monte, consagró al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas.


»Cumplan con todo lo que he ordenado. »No invoquen los nombres de otros dioses. Jamás los pronuncien.


Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal.


»¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal!


Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro!


He visto tus adulterios, tus relinchos, tu prostitución desvergonzada y tus abominaciones, en los campos y sobre las colinas. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás en tu impureza?».


¿Acaso puede el hombre hacer sus propios dioses? ¡Pero si no son dioses!».


«¿Por qué habré de perdonarte? Tus hijos me han abandonado, han jurado por los que no son dioses. Cuando suplí sus necesidades, ellos cometieron adulterio y en tropel se volcaron a los prostíbulos.


Arrojen de una vez por todas las maldades que cometieron contra mí y adquieran un corazón y un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de morir, pueblo de Israel?


A cada uno de ellos ordené que arrojaran sus ídolos detestables en los cuales habían puesto sus ojos y que no se contaminaran con los ídolos de Egipto; porque yo soy el Señor su Dios.


Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías.


Bebían vino y alababan a los dioses de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.


Todo el que toque la cama del afectado por el flujo deberá lavarse la ropa y bañarse, y quedará impuro hasta el anochecer.


Pero si no se lava la ropa ni se baña, sufrirá las consecuencias de su pecado».


Al séptimo día, lavarán ustedes sus vestidos y quedarán purificados. Entonces podrán reintegrarse al campamento».


Les consta además que el tal Pablo ha logrado persuadir a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos.


No sean idólatras como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó para entregarse al desenfreno».


Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.


Antes, cuando no conocían a Dios, ustedes eran esclavos de los que en realidad no son dioses.


maldición, si desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les mando seguir, y se van tras dioses extraños que jamás han conocido.


Lo provocó a celos con dioses extraños y lo hizo enojar con sus ídolos detestables.


»No tengas otros dioses además de mí.


No sigas a esos dioses de los pueblos que te rodean,


Pero tú deberás quemar en el fuego las imágenes de sus dioses. No codicies la plata y el oro que las recubren ni caigas en la trampa de quedarte con ellas, pues eso es algo que aborrece el Señor tu Dios.


Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y los cuerpos lavados con agua pura.


Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes, los indecisos, purifiquen su corazón!


No se mezclen con las naciones que aún quedan entre ustedes. No invoquen los nombres de sus dioses; no juren por ellos; no los obedezcan ni los adoren.


»Por lo tanto, ahora entréguense al Señor y sírvanle con integridad y lealtad. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto y sirvan solo al Señor.


Pero si les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».


Josué dijo a todo el pueblo: —Así dice el Señor, Dios de Israel: “Hace mucho tiempo, sus antepasados, incluido Téraj, padre de Abraham y Najor, vivían al otro lado del río Éufrates, y adoraban a otros dioses.


Si ustedes abandonan al Señor y sirven a dioses ajenos, él se volverá contra ustedes y les traerá un desastre; los destruirá completamente, a pesar de haber sido bueno con ustedes.


Josué respondió: —Desháganse de los dioses ajenos que todavía conservan. ¡Vuélvanse de todo corazón al Señor, Dios de Israel!


a otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado, aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo.


Entonces se deshicieron de los dioses extranjeros que había entre ellos y adoraron al Señor. Y el Señor no pudo soportar más el sufrimiento de Israel.


—Mira —dijo Noemí—, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella.


—Claro que sí. He venido a ofrecerle al Señor un sacrificio. Conságrense y vengan conmigo para tomar parte en él. Entonces Samuel consagró a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio.


Por eso Samuel dijo al pueblo: «Si ustedes desean volverse al Señor de todo corazón, desháganse de los dioses extranjeros y de las imágenes de Astarté. Dedíquense totalmente a servir solo al Señor, y él los librará del poder de los filisteos».


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