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Ezequiel 8:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

3 Aquella figura extendió lo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. El Espíritu me sostuvo entre la tierra y el cielo y, en visiones de Dios, me llevó a la parte norte de Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que provoca los celos de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Extendió lo que podía ser una mano y me agarró por los cabellos: inmediatamente el Espíritu me levantó entre el cielo y la tierra. Me llevó a Jerusalén en una visión divina hasta la entrada de la puerta que mira al norte, allí donde está el ídolo que provoca los celos del Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y extendió como la forma de una mano, y tomándome por una guedeja de mi cabeza, el espíritu me alzó entre la tierra y los cielos, y en visiones de Dios me llevó a Jerusalem, a la entrada de la puerta interior, que mira hacia el norte, donde estaba el asiento de la imagen de los celos, la que provoca a celos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Alargó una especie de mano y me asió por un mechón de los pelos de la cabeza; entonces el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que mira al norte, donde estaba el emplazamiento del ídolo del celo que provoca los celos.

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Ezequiel 8:3
39 Referans Kwoze  

¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido temeroso del Señor desde mi juventud.


El altar de bronce, que estaba en la presencia del Señor, lo retiró de la parte delantera del edificio y lo situó en el lado norte del nuevo altar, ya que ahora quedaba entre el nuevo altar y el Templo del Señor.


—Mira —le dijeron—, aquí se encuentran entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.


Tomó la imagen de la diosa Aserá que él había hecho y la puso en el Templo, lugar del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido poner mi Nombre para siempre.


Lo irritaron con sus altares paganos; con sus imágenes despertaron sus celos.


No te hagas ninguna imagen, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra.


No te postres delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación.


No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso.


Colocaban sus ídolos abominables en la casa que lleva mi Nombre y así la profanaban.


»”La gente de Judá ha hecho el mal que yo detesto —afirma el Señor. Han profanado la casa que lleva mi Nombre al colocar allí sus ídolos abominables.


En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.


En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del Templo y una nube llenaba el atrio interior.


El Espíritu me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del Templo del Señor. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaías, que eran líderes del pueblo.


En una visión, el Espíritu me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión terminó.


Entonces miré y vi que una mano con un rollo escrito se extendía hacia mí.


Entonces me levantó el Espíritu y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: «¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!».


El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.


La mano del Señor vino sobre mí; su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos.


En visiones de Dios, él me llevó a la tierra de Israel y me colocó sobre un monte muy alto. Desde allí, mirando al sur, había unos edificios que parecían una ciudad.


Entonces el Espíritu me levantó, me introdujo en el atrio interior y vi que la gloria del Señor había llenado el Templo.


Los israelitas profanaron mi santo nombre con sus abominaciones, pues colocaron su umbral y sus postes junto a los míos, con tan solo un muro entre ellos y yo. Por eso, en mi ira los exterminé.


»Por tanto, tan cierto como que yo vivo, declara el Señor y Dios: como ustedes han profanado mi santuario con sus ídolos repugnantes y con prácticas detestables, yo mismo los destruiré sin piedad ni compasión.


Se enorgullecían de sus joyas hermosas y las usaron para fabricar sus imágenes detestables y sus ídolos despreciables. Por esta razón las convertiré en algo impuro.


Y Dios me dijo: «Hijo de hombre, levanta la vista hacia el norte». Yo miré en esa dirección y en la entrada misma, al norte de la puerta del altar, vi el ídolo que provoca los celos de Dios.


Entonces vi que por el camino de la puerta superior que da hacia el norte venían seis hombres, cada uno con un arma mortal en la mano. Con ellos venía un hombre vestido con tela de lino, que llevaba en la cintura un estuche de escriba. Todos ellos entraron y se pararon junto al altar de bronce.


»En ese momento una mano me tocó y me puso sobre mis manos y rodillas, que aún temblaban,


»Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas.


En ese momento, en la sala del palacio apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca de la pared. Mientras el rey observaba la mano que escribía,


Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino.


Lo provocó a celos con dioses extraños y lo hizo enojar con sus ídolos detestables.


Me provocaron celos con lo que no es Dios como yo y me enojaron con sus ídolos inútiles. Pues yo haré que ustedes sientan envidia de los que no son pueblo; voy a irritarlos con una nación insensata.


porque el Señor su Dios es fuego consumidor y Dios celoso.


No te postres delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación.


pues el Señor tu Dios está contigo y es un Dios celoso; no vaya a ser que su ira se encienda contra ti y te borre de la faz de la tierra.


Entonces Josué dijo: —Ustedes son incapaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y Dios celoso. No tolerará sus rebeliones y pecados.


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