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Ezequiel 43:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Vi que la gloria del Dios de Israel venía del oriente, en medio de un ruido ensordecedor, semejante al de un río caudaloso. Y la tierra resplandecía con su gloria.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 De pronto, la gloria del Dios de Israel apareció desde el oriente. El sonido de su venida era como el rugir de aguas torrentosas y todo el paisaje resplandeció con su gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y de repente llegó del Oriente la Gloria del Dios de Israel con un ruido semejante a los grandes torrentes; la tierra se iluminó con su Gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 y he aquí la gloria del Dios de Israel que venía del oriente, y su voz era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y vi la gloria del Dios de Israel que venía de oriente. Su estruendo era como el ruido de aguas caudalosas, y la tierra resplandecía de su gloria.

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Ezequiel 43:2
24 Referans Kwoze  

¡Ay del rugido de muchas naciones! ¡Braman como brama el mar! ¡Ay del clamor de los pueblos! ¡Su estruendo es como el de aguas caudalosas!


Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria».


Cuando los seres avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un ejército. Cuando se detenían, replegaban sus alas.


El resplandor era semejante al del arcoíris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del Señor. Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que la voz de alguien que hablaba.


Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del Templo. La nube llenó el Templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor.


Los querubines desplegaron sus alas. Las ruedas estaban junto a ellos y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos.


La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente de Jerusalén.


Yo me levanté y salí al campo. Allí vi la gloria del Señor, tal como la había visto a orillas del río Quebar, y caí rostro en tierra.


cuando la gloria del Señor entró al Templo por la puerta que daba al oriente.


Allí el Señor me dijo: «Esta puerta quedará cerrada. No se abrirá y nadie deberá entrar por ella. Deberá quedar cerrada porque por ella ha entrado el Señor, Dios de Israel.


La gloria del Dios de Israel, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del Templo. Entonces el Señor llamó al hombre vestido de tela de lino que llevaba en la cintura un estuche de escriba


Porque se llenará la tierra con el conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas cubren los mares.


Dios viene desde Temán; el Santo, desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubre el cielo y su alabanza llena la tierra.


Su resplandor es como el sol; rayos brotan de sus manos; su poder se esconde en sus manos.


Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él.


Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno y su voz era tan fuerte como el estruendo de muchas aguas.


Oí un sonido que venía del cielo, como el estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. El sonido se parecía al de músicos que tañen sus arpas.


Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder y la tierra se iluminó con su esplendor.


Después de esto oí en el cielo un tremendo bullicio, como el de una inmensa multitud que exclamaba: «¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios,


Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el ruido de muchas aguas y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: «¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso.


Resplandecía con la gloria de Dios y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe transparente.


La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.


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