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Ezequiel 34:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

16 Buscaré a las perdidas, haré volver a las descarriadas, vendaré a las heridas y fortaleceré a las débiles, pero destruiré a la robusta y fuerte. Yo las pastorearé con justicia.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Buscaré a mis perdidas y las traeré sanas y salvas de regreso a casa. Vendaré a las heridas y fortaleceré a las débiles. Sin embargo, destruiré a las gordas y poderosas; ¡a ellas también les daré de comer, pero juicio!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Buscaré a la que esté perdida, volveré a traer a la que esté extraviada, curaré a la que esté herida, reanimaré a la que esté enferma, velaré por la que esté sana; las cuidaré con justicia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Yo buscaré la perdida, y haré volver a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la débil, pero apartaré la gorda y la fuerte: las apacentaré en justicia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Yo mismo buscaré las perdidas, traeré las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas, vigilaré a las gordas y robustas y las apacentaré como es debido'.

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Ezequiel 34:16
33 Referans Kwoze  

sana a los de corazón quebrantado y venda sus heridas.


Así juzgará con justicia a tu pueblo y con juicios justos a tus pobres.


¿Por qué recibir más golpes? ¿Por qué insistir en la rebelión? Toda su cabeza está herida, todo su corazón está enfermo.


Por eso enviará el Señor, el Señor de los Ejércitos, una enfermedad devastadora sobre sus robustos guerreros. En vez de honrarlos, les prenderá fuego, un fuego como de llama ardiente.


Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.


Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino. Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».


Los corderos pastarán como en praderas propias y las cabras comerán entre las ruinas de los ricos.


Corrígeme, Señor, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías.


Por tanto, así dice el Señor de los Ejércitos contra los profetas: «Haré que coman alimentos amargos y que beban agua envenenada, porque los profetas de Jerusalén han esparcido la impiedad por toda la tierra».


«Vienen días», afirma el Señor, «en que de la simiente de David haré surgir un Renuevo justo; él reinará con sabiduría en la tierra, y practicará el derecho y la justicia.


Yo los traeré del país del norte; los reuniré de los confines de la tierra. ¡Volverá una gran multitud! Entre ellos vendrán ciegos y cojos, embarazadas y parturientas.


«¡Ustedes saquean mi heredad, y se alegran y regocijan! ¡Saltan como terneras en la pradera, relinchan como sementales!


»Mi pueblo ha sido como un rebaño perdido; sus pastores lo han descarriado, lo han hecho vagar por las montañas. Ha ido de colina en colina y se ha olvidado de su redil.


Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «A este pueblo le daré a comer alimentos amargos y a beber agua envenenada.


Los sacaré de las naciones y de los pueblos por donde estaban esparcidos; los reuniré con gran despliegue de fuerza y de poder, y con furia incontenible.


con lo mejor del rebaño. Amontona leña debajo de la olla, para que hierva bien el agua y se cuezan bien los huesos.


»”Así dice el Señor y Dios: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño.


No fortalecen a la débil, no cuidan de la enferma ni curan a la herida. No han traído a la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia.


carne de poderosos guerreros, sangre de los príncipes de la tierra, como si fuera de carneros o corderos, de machos cabríos o novillos, todos ellos engordados en Basán.


Por eso Dios los entregará al enemigo hasta que tenga su hijo la que va a ser madre y vuelva junto al pueblo de Israel el resto de sus hermanos.


Pastorea con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu propiedad, que habita solitario en el bosque, en medio de un campo fértil. Hazlo pastar en Basán y en Galaad como en los tiempos pasados.


En aquel tiempo yo mismo me ocuparé de todos los que te oprimen; salvaré a la oveja que cojea y juntaré a la descarriada. Les daré fama y renombre en los países donde fueron avergonzados.


«Se enciende mi ira contra los pastores; castigaré a esos líderes. Ciertamente el Señor de los Ejércitos cuida de Judá, que es su rebaño, y lo convertirá en su corcel de honor el día de la batalla.


—No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.


Al oír esto, Jesús contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.


Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.


Jesurún engordó y pateó; se hartó de comida, y se puso corpulento y rollizo. Abandonó al Dios que le dio vida y rechazó a la Roca de su salvación.


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