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Ezequiel 24:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Porque el Señor y Dios dice: »”¡Ay de la ciudad sanguinaria! ¡Ay de esa olla oxidada, cuyo óxido no se puede quitar! Saca uno a uno los trozos de carne, tal como vayan saliendo.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Pues así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de la ciudad de sangres, de la olla herrumbrosa cuya herrumbre no ha sido quitada! Por sus piezas, por sus piezas sácala, sin echar suerte sobre ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 »”Ahora bien, esto dice el Señor Soberano: ¡qué aflicción le espera a Jerusalén, ciudad de asesinos! Ella es una olla de cocina cuya corrupción no puede limpiarse. Saca los trozos de carne al azar, porque ningún pedazo es mejor que otro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Y ahora, esto dice Yavé: '¡Ay de la ciudad sanguinaria! Es una olla oxidada y el óxido no sale, vacíala pieza por pieza sin elegir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Pues así dice Adonay YHVH: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, de la olla cuya inmundicia está adentro, Cuyo verdín no sale de ella! Saca pues trozo a trozo, Y no eches suerte sobre ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Porque así dice el Señor Yahveh: '¡Ay de la ciudad sanguinaria, olla que tiene cardenillo, cardenillo que no se le va! Saca afuera trozo a trozo, sin echarlos a suertes.

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Ezequiel 24:6
33 Referans Kwoze  

También derrotó a los moabitas, a quienes obligó a tenderse en el suelo y midió con un cordel; a los que cabían a lo largo de dos medidas los condenó a muerte, pero dejó con vida a los que quedaban dentro de la medida siguiente. Fue así como los moabitas pasaron a ser vasallos tributarios de David.


Además del pecado que hizo cometer a Judá, haciendo así lo que ofende al Señor, Manasés derramó tanta sangre inocente que inundó a Jerusalén de un extremo a otro.


De hecho, esto sucedió a Judá por orden del Señor, para apartar al pueblo de su presencia por los pecados de Manasés y por todo lo que hizo,


incluso por haber derramado sangre inocente, con la cual inundó a Jerusalén. Por lo tanto, el Señor no quiso perdonar.


Aunque te laves con lejía y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad», afirma el Señor y Dios.


Los fuelles soplan con furor y el plomo se derrite en el fuego, pero los malvados no se purifican; ¡de nada sirve que se les refine!


La ciudad no les servirá de olla ni serán ustedes la carne dentro de ella. Yo los juzgaré en la frontera misma de Israel.


Dicen: “Todavía no es el momento de reconstruir las casas. La ciudad es la olla y nosotros somos la carne”.


También hay entre los tuyos quienes aceptan soborno para derramar sangre. Tú practicas la usura y cobras altísimos intereses; extorsionas a tu prójimo y te olvidas de mí, afirma el Señor y Dios.


«¿Hijo de hombre, la juzgarás tú? ¿Juzgarás a la ciudad sanguinaria? ¡Denúnciala por todas sus prácticas abominables!


Los oficiales de la ciudad son como lobos que desgarran a su presa; siempre están listos a derramar sangre y a destruir vidas, con tal de lograr ganancias injustas.


Adviértele que así dice el Señor y Dios: “¡Ha llegado tu hora! ¡Ciudad que derramas sangre en tus calles y te contaminas fabricando ídolos! ¡Cómo provocas tu ruina!


Cuéntale una parábola a este pueblo rebelde, y adviértele que así dice el Señor y Dios: »“Coloca la olla sobre el fuego y échale agua.


Porque así dice el Señor y Dios: »”¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también amontonaré la leña.


Se repartieron a mi pueblo echando suertes, cambiaron a niños por prostitutas y, para emborracharse, vendieron niñas por vino.


En el día que te mantuviste al margen, en el día que extranjeros se llevaron sus riquezas, cuando extraños entraron por su puerta y sobre Jerusalén echaron suerte, tú eras como uno de ellos.


Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros: —¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron y la suerte recayó en Jonás.


La gente piadosa ha sido eliminada del país, no queda persona recta. Todos tratan de matar a alguien; unos a otros se tienden redes.


¡Ay de la ciudad sedienta de sangre, repleta de mentira, llena de rapiña, aferrada a la presa!


Con todo, Tebas marchó al exilio; fue llevada al cautiverio. A sus hijos los estrellaron contra las esquinas de las calles. Sobre sus nobles echaron suertes y encadenaron a su gente ilustre.


Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra. Sí, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías. A este, ustedes lo asesinaron entre el santuario y el altar.


Como parte de tu equipo tendrás una estaca con la que cavarás un hueco y, luego de hacer tu necesidad, cubrirás tu excremento.


Entonces Josué mandó que destaparan la entrada de la cueva y que trajeran los cinco reyes amorreos.


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes y de los que testificaron de Jesús. Al verla, quedé sumamente asombrado.


porque en ti se halló sangre de profetas y de creyentes y de todos los que han sido asesinados en la tierra».


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