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Ezequiel 24:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

16 «Hijo de hombre, voy a quitarte de golpe el deleite de tus ojos. Pero no llores ni hagas lamentos, ni dejes tampoco que te corran las lágrimas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 «Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Hijo de hombre, te retiraré de un golpe la alegría de tus ojos, pero tú no harás lamentaciones ni llorarás ( ).

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Hijo de hombre, he aquí Yo te quito de golpe el deleite de tus ojos. No endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 'Hijo de hombre, mira: voy a quitarte la que es el encanto de tus ojos; pero no te lamentes ni llores ni corran tus lágrimas.

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Ezequiel 24:16
17 Referans Kwoze  

«Mi queja sigue siendo amarga; gimo bajo el peso de su mano.


Cuídate de no dejarte seducir por las riquezas; no te dejes desviar por el soborno.


Es una gacela amorosa, es una cierva encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!


Yo soy de mi amado y él me desea con pasión.


Pero si ustedes no obedecen, lloraré en secreto por causa de su orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se desharán en lágrimas, porque el rebaño del Señor será llevado al cautiverio.


Así dice el Señor: «No entres en una casa donde estén de luto, ni vayas a llorar, ni los consueles, porque a este pueblo le he retirado mi paz, mi gran amor y mi compasión», afirma el Señor.


No lloren por el que está muerto ni hagan lamentaciones por él. Lloren más bien por el exiliado, por el que nunca volverá ni verá más la tierra en que nació.


Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá: «Nadie lamentará su muerte ni gritará: “¡Ay, mi hermano! ¡Ay, mi hermana!”. Nadie lamentará su muerte ni gritará: “¡Ay, señor! ¡Ay, Su Majestad!”.


¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial y mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar de día y de noche por los muertos de mi pueblo!


Que se den prisa, que hagan lamentación por nosotros. Nuestros ojos se inundarán de lágrimas y brotará de nuestros párpados el llanto.


El corazón de la gente clama al Señor con angustia. Muralla de la hija de Sión, ¡deja que día y noche corran tus lágrimas como un río! ¡No te des un momento de descanso! ¡No retengas el llanto de tus ojos!


La palabra del Señor vino a mí y me dijo:


Por la mañana hablé al pueblo y por la tarde murió mi esposa. A la mañana siguiente, hice lo que se me había ordenado.


Como jefes de su pueblo, no deben hacerse impuros ni contaminarse.


Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza.


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