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Ezequiel 21:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

3 anúnciale que así dice el Señor: “Yo estoy contra ti. Desenvainaré mi espada y mataré a justos y a malvados por igual.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Dirás a la tierra de Israel: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo estoy contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al impío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Dile: “Esto dice el Señor: ‘Oh Israel, yo soy tu enemigo y voy a desenvainar mi espada para destruir a tu gente, a justos y a perversos por igual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Le dirás al bosque del sur: Escucha la palabra de Yavé... Esto dice Yavé: Encenderé en ti un fuego que consumirá todos los árboles: verdes o secos. Ese fuego violento no se apagará y en él arderán todas las personas desde el sur al norte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y di a la tierra de Israel: Así dice YHVH: He aquí Yo estoy contra ti; sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti a inocentes y a culpables.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Di al bosque del Negueb: escucha la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh: 'Mira: voy a prenderte fuego, que devorará en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se apagará la abrasadora llama, de tal modo que arderá toda la superficie desde el sur hasta el norte'.

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Ezequiel 21:3
37 Referans Kwoze  

Todo es lo mismo; por eso digo: “Al íntegro y al malvado destruye por igual”.


¡Levántate, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!


Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al hijo de hombre que has criado para ti.


así persíguelos con tus tempestades y aterrorízalos con tu tormenta.


«Iré tras ellos y les daré alcance —alardeaba el enemigo—. Repartiré sus despojos hasta quedar hastiado. ¡Desenvainaré la espada y los destruiré con mi propia mano!».


Para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo, para el puro y el impuro, para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece. Tanto para el bueno, como para el pecador; tanto para el que hace juramentos, como para el que no los hace por temor.


«¡Ay de Asiria, vara de mi ira! ¡El garrote de mi enojo está en su mano!


Mi espada se ha embriagado en el cielo; miren cómo desciende en juicio sobre Edom, pueblo que he condenado a la destrucción total.


El justo perece y a nadie le importa; mueren los siervos fieles y nadie comprende que el justo perece para ser librado del mal.


Pero si no obedecen en consagrar el día sábado y permiten que entren cargas por las puertas de Jerusalén en sábado, entonces prenderé fuego a sus puertas que no podrá ser apagado y que consumirá los palacios de Jerusalén’ ”».


¡Yo estoy contra ti, Jerusalén, habitante del valle, en la llanura rocosa!”, afirma el Señor. “Ustedes dicen: ‘¿Quién podrá venir contra nosotros? ¿Quién podrá entrar en nuestros refugios?’.


Yo los castigaré conforme al fruto de sus acciones”, afirma el Señor, “a su bosque le prenderé fuego y ese fuego consumirá todos sus alrededores”».


«Estoy contra ti, nación arrogante», afirma el Señor, el Señor de los Ejércitos; «al fin ha llegado el día, el día de tu castigo.


»Tú eres mi mazo, mi arma de guerra; contigo destrozo naciones y reinos.


«Estoy en contra tuya, monte del exterminio, que destruyes toda la tierra», afirma el Señor. «Extenderé mi mano contra ti; te haré rodar desde los peñascos y te convertiré en monte quemado.


»”Por tanto, así dice el Señor y Dios: A causa de sus palabras falsas y visiones mentirosas, aquí estoy contra ustedes, afirma el Señor y Dios.


»Y, si yo enviara guerra sobre ese país y dejara que la espada arrasara la tierra y eliminara a sus habitantes y a sus animales,


»Así dice el Señor y Dios: ¡Peor será cuando mande contra Jerusalén mis cuatro castigos fatales: la espada, el hambre, las bestias feroces y la plaga! Con ellas arrasaré a sus habitantes y a sus animales.


«Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que llegue por ellos la espada del rey de Babilonia. Estos dos caminos partirán del mismo país y a la entrada de cada uno de ellos colocarás una señal que indique a qué ciudad conduce.


Porque así dice el Señor y Dios: »”¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también amontonaré la leña.


Por eso, así dice el Señor y Dios: Tiro, yo me declaro contra ti, y así como el mar levanta sus olas, voy a hacer que contra ti se levanten muchas naciones.


Por eso me declaro en contra tuya y en contra de tus ríos. Desde Migdol hasta Asuán, y hasta la frontera con Cus, convertiré a la tierra de Egipto en ruina y destrucción total.


Una tercera parte de tu pueblo morirá en tus calles por la plaga y por el hambre; otra tercera parte caerá a filo de espada en tus alrededores; a la tercera parte restante la dispersaré por los cuatro vientos. Yo desenvainaré la espada y perseguiré a la gente.


»Por lo tanto yo, el Señor y Dios, declaro: Estoy contra ti, Jerusalén, y te voy a castigar a la vista de todas las naciones.


Dejaré caer sobre ustedes la espada de la venganza prescrita en el pacto. Cuando se retiren a sus ciudades, les enviaré una plaga y caerán en poder del enemigo.


Los dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, los perseguiré hasta dejar desolada su tierra y en ruinas sus ciudades.


¡Busquen al Señor y vivirán!, no sea que él caiga como fuego sobre los descendientes de José, fuego que devore a Betel sin que haya quien lo apague.


Esto es lo que el Señor y Dios me mostró: Vi al Señor y Dios llamar a juicio con un fuego que devoraba el gran abismo y consumía los campos.


«Pero ahora yo vengo contra ti», afirma el Señor de los Ejércitos. «Convertiré en humo tus carros de guerra y mataré a filo de espada a tus leoncillos. Pondré fin en el país a tus rapiñas y no volverá a oírse la voz de tus mensajeros».


«¡Aquí estoy contra ti!», afirma el Señor de los Ejércitos. «Te levantaré la falda hasta la cara para que las naciones vean tu desnudez y los reinos descubran tus vergüenzas.


«También ustedes, cusitas, serán atravesados por mi espada».


»¡Despierta, espada, contra mi pastor, contra mi compañero!», afirma el Señor de los Ejércitos. «Hiere al pastor para que se dispersen las ovejas y vuelva yo mi mano contra los pequeños.


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