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Ezequiel 19:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 Pero fue desarraigada con furia y arrojada por el suelo. El viento del este la dejó marchita y fueron arrancados sus frutos. Secas quedaron sus vigorosas ramas, y fueron consumidas por el fuego.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Pero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Pero la vid fue arrancada de raíz con furia y arrojada al suelo. El viento del desierto le secó los frutos y le desgajó las ramas fuertes; así que se marchitó y fue consumida por el fuego.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Pero la arrancaron con rabia y la echaron al suelo, el viento del este secó sus racimos que se cayeron. (La rama vigorosa se secó, el fuego la devoró.)

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Pero fue arrancada con furia, Y por tierra ha sido echada; El solano secó su fruto; Sus fuertes ramas fueron quebradas, Se secaron, y las consumió el fuego.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Pero fue arrancada con furor, quedó en tierra derribada; la secó el viento solano, sus frutos se desgajaron, se agostaron los sarmientos, el fuego los devoró.

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Ezequiel 19:12
32 Referans Kwoze  

En aquel tiempo, el faraón Necao, rey de Egipto, fue a encontrarse con el rey de Asiria camino del río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, pero Necao le hizo frente en Meguido y lo mató.


Luego hizo rey a Eliaquín, hijo de Josías, en lugar de su padre y cambió su nombre a Joacim. En cuanto a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió.


Joacim murió y su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.


Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah


Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo.


Una vez secas, las ramas se quiebran; vienen luego las mujeres y con ellas hacen fuego. Porque este es un pueblo sin entendimiento; por eso su Hacedor no le tiene compasión ni de él se apiada quien lo formó.


Contendió con él con guerra y destierro; lo expulsó con su soplo violento al soplar el viento del este.


Así dice el Señor: «Anoten a este hombre como si fuera un hombre sin hijos; como alguien que fracasó en su vida. Porque ninguno de sus descendientes logrará ocupar el trono de David ni reinar de nuevo en Judá».


Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar», afirma el Señor.


¡Ay, el Señor cubrió a la hija de Sión con la nube de su furor! Desde el cielo echó por tierra el esplendor de Israel; en el día de su ira se olvidó del estrado de sus pies.


«Hijo de hombre, ¿en qué supera la madera de la vid a la madera de los árboles del bosque?


¡Escasamente sirve para alimentar el fuego! Pero ¿de qué sirve cuando sus extremos se consumen y ya se ha quemado por dentro?


¿Prosperará aunque sea plantada? ¿Acaso el viento del este no la marchitará cuando la azote? ¿En los surcos donde creció se secará?”».


Sus ramas crecieron vigorosas, ¡aptas para ser cetros de reyes! Tanto creció que se destacaba por encima del follaje. Se le reconocía por su altura y por sus ramas frondosas.


A causa de tu hermosura tu corazón se llenó de orgullo. A causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría. Por eso te arrojé por tierra y delante de los reyes te expuse al ridículo.


Aunque Efraín prospere entre sus hermanos, vendrá el viento del Señor, el viento del este que se levanta del desierto y se agotarán sus fuentes y manantiales. ¡Serán saqueados sus tesoros y todos sus objetos preciosos!


Al salir el sol, Dios dispuso un abrasador viento del este. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!».


El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.


El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.


Y como ahora podemos ver, con mucha furia y enojo el Señor los arrancó de raíz de su tierra y los arrojó a otro país».


Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo de los dominios de la muerte. Devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.


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