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Ezequiel 11:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

24 En una visión, el Espíritu me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión terminó.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia, al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Entonces el Espíritu me tomó y me llevó de vuelta a Caldea junto a los cautivos; todo esto se desarrolló en una visión; esto venía del Espíritu de Dios. Y luego esa visión se alejó de mí'

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y a mí me alzó el espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Así ascendió de mí la visión que había visto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 El espíritu me levantó y me llevó en visión, por el espíritu de Dios, en dirección a Caldea, a los deportados, y así desapareció de mi vista la visión que había tenido.

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Ezequiel 11:24
16 Referans Kwoze  

Cuando Dios terminó de hablar con Abraham, subió y se retiró de su presencia.


Y Dios se retiró del lugar donde había hablado con Jacob.


—Mira —le dijeron—, aquí se encuentran entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.


Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión.


Babilonia será saqueada, y todos sus saqueadores se saciarán», afirma el Señor.


En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.


En este tiempo, mientras el sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de los babilonios, el Señor le dirigió la palabra y su mano estaba sobre él.


El Espíritu me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del Templo del Señor. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaías, que eran líderes del pueblo.


Entonces me levantó el Espíritu y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: «¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!».


Así llegué a Tel Aviv, a orillas del río Quebar, adonde estaban los israelitas exiliados y, totalmente abatido, me quedé con ellos durante siete días.


La mano del Señor vino sobre mí; su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos.


Entonces el Espíritu me levantó, me introdujo en el atrio interior y vi que la gloria del Señor había llenado el Templo.


Aquella figura extendió lo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. El Espíritu me sostuvo entre la tierra y el cielo y, en visiones de Dios, me llevó a la parte norte de Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que provoca los celos de Dios.


Esto sucedió tres veces y enseguida la sábana fue recogida al cielo.


Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino.


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