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Ezequiel 10:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 El sonido de las alas de los querubines sonaban como la voz del Dios Todopoderoso y podía oírse hasta en el atrio exterior.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el rumor de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, como la voz de ’El-Shadday° cuando habla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior; era como la voz de Sadday cuando habla.

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Ezequiel 10:5
19 Referans Kwoze  

Desde los cimientos hasta las cornisas, y desde la parte exterior hasta el gran atrio, todo se hizo con bloques de piedra de buena calidad, cortados a la medida y aserrados por ambos lados.


Edificó el atrio de los sacerdotes y el atrio mayor con sus puertas, las cuales recubrió de bronce.


¿Tienes acaso un brazo como el mío? ¿Puede tu voz tronar como la mía?


al que cabalga por los cielos, los cielos antiguos, al que hace oír su voz, su voz poderosa.


Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus flechas.


En la madrugada del tercer día hubo truenos y relámpagos, y una densa nube se posó sobre el monte. Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento.


y el sonido de la trompeta era cada vez más fuerte. Entonces habló Moisés y Dios le respondió en el trueno.


Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí!


Cuando los seres avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un ejército. Cuando se detenían, replegaban sus alas.


El Señor ordenó al hombre vestido de tela de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines». Así que el hombre fue y se paró junto a una rueda.


Luego el hombre me llevó al atrio exterior. Allí vi unas habitaciones y un enlosado construido alrededor del atrio; las habitaciones que daban al enlosado eran treinta.


Entonces me llevó al atrio exterior y me hizo pasar por las cuatro esquinas del atrio. Vi que en cada ángulo había un pequeño atrio.


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