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Ezequiel 1:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

3 En este tiempo, mientras el sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de los babilonios, el Señor le dirigió la palabra y su mano estaba sobre él.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 el sacerdote Ezequiel ben Buzi tuvo revelación expresa de YHVH en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Allí estuvo sobre mí la mano de YHVH,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 la palabra de Yahveh le fue dirigida a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar, y allí se dejó sentir sobre él la mano de Yahveh.

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Ezequiel 1:3
23 Referans Kwoze  

Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien se ajustó el manto con el cinturón, se echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.


En fin, ¡que me traigan un músico! Mientras el músico tañía el arpa, la mano del Señor vino sobre Eliseo


Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión.


La palabra del Señor vino a Jeremías en el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón y rey de Judá.


La palabra del Señor vino a mí y me dijo:


Ustedes podrán decir: «El Señor nos ha dado profetas en Babilonia»,


En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.


Los querubines, que eran los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron.


Le tenderé mis redes y caerá en mi trampa. Así lo llevaré a Babilonia, la tierra de los babilonios, pero no podrá verla y allá morirá.


El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.


Así llegué a Tel Aviv, a orillas del río Quebar, adonde estaban los israelitas exiliados y, totalmente abatido, me quedé con ellos durante siete días.


Luego el Señor puso su mano sobre mí y me dijo: «Levántate y dirígete al campo que allí voy a hablarte».


Yo me levanté y salí al campo. Allí vi la gloria del Señor, tal como la había visto a orillas del río Quebar, y caí rostro en tierra.


La noche anterior, antes de que el fugitivo llegara hasta mí por la mañana, la mano del Señor vino sobre mí y abrió mi boca. Así fue abierta mi boca y dejé de estar en silencio.


La mano del Señor vino sobre mí; su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos.


En el año veinticinco de nuestro exilio, al comienzo del año, el día diez del mes, catorce años después de la caída de la ciudad; ese mismo día la mano del Señor vino sobre mí y me llevó allá.


Esta visión era semejante a la que tuve cuando él vino a destruir la ciudad de Jerusalén; también, a la que tuve junto al río Quebar. Y caí rostro en tierra,


En el día quinto del mes sexto del año sexto, yo estaba sentado en mi casa, junto con los ancianos de Judá. De pronto, el Señor puso su mano sobre mí.


»El día veinticuatro del mes primero, mientras me encontraba yo a la orilla del gran río Tigris,


Esta es la palabra del Señor que vino a Oseas, hijo de Beerí, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y durante el reinado de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel.


Esta es la palabra del Señor que vino a Joel, hijo de Petuel.


El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas.


Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.


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