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Efesios 4:31 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias y toda forma de malicia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Arranquen de raíz de entre ustedes disgustos, arrebatos, enojos, gritos, ofensas y toda clase de maldad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Sea quitada de vosotros toda amargura y enojo, e ira, y grito airado y maledicencia, junto con toda maldad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Desaparezca de entre vosotros toda amargura, animosidad, ira, gritos, insultos y toda clase de maldad.

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Efesios 4:31
62 Referans Kwoze  

A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por causa de la bendición que le había dado su padre y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob».


Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que propuso: —No lo matemos.


Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.


Caín habló con su hermano Abel. Y cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo asesinó.


Absalón, por su parte, no le dirigía la palabra a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar.


y ahora me ha calumniado ante mi señor el rey. Sin embargo, mi señor el rey es como un ángel de Dios y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca.


Pero los israelitas insistieron: —¿Por qué nos tratan con tanto desprecio? ¡Nosotros tenemos diez veces más derecho que ustedes sobre el rey David! Además, ¿no fuimos nosotros los primeros en pedirle que volviera? Entonces los de Judá les contestaron aun con más severidad.


Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo reduciré al silencio; al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré.


Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua mentirosa; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia.


que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino;


Refrena la ira, deja la furia; no te enojes, pues esto conduce al mal.


Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.


Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas.


El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas.


El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio.


El iracundo actúa neciamente y el malvado es odiado.


Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser.


Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto.


Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras.


Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito.


El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes.


Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, no logrará la paz.


el testigo falso que propaga mentiras y el que siembra discordia entre hermanos.


No permitas que el enojo domine tu espíritu, porque el enojo se aloja en lo íntimo de los necios.


Todos ellos son muy rebeldes y andan sembrando calumnias; sean de bronce o de hierro, todos son unos corruptos.


«Cuídese cada uno de su amigo, no confíe ni siquiera en el hermano, porque todo hermano engaña y todo amigo calumnia.


Toda la ciudad se alborotó. La gente se precipitó en masa, agarró a Pablo y lo sacó del Templo a rastras e inmediatamente se cerraron las puertas.


«Llena está su boca de maldiciones y de amargura».


Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar.


Así que celebremos nuestra Pascua no con la vieja levadura, que es la malicia y la perversidad, sino con pan sin levadura, que es la sinceridad y la verdad.


En realidad, me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como quisiera, ni ustedes me encuentren a mí como quisieran. Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, arrogancias y alborotos.


idolatría y hechicería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, desacuerdos, sectarismos


Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;


Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo.


«Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol


Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas.


Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno.


Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza.


No debe ser borracho ni violento, sino respetuoso, apacible y no amante del dinero.


Además se acostumbran a estar ociosas y andar de casa en casa. Y no solo se vuelven holgazanas, sino también chismosas y entrometidas, hablando de lo que no deben.


No tengas nada que ver con discusiones necias y sin sentido, pues ya sabes que terminan en pleitos.


insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno,


El obispo tiene a su cargo la obra de Dios y por lo tanto, debe ser irreprensible: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas.


A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno


Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse;


Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad.


Hermanos, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano o lo juzga, habla mal de la Ley y la juzga. Y si juzgas la Ley, ya no eres cumplidor de la Ley, sino su juez.


Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia,


No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas y las de su hermano, justas.


Todo el que odia a su hermano es un asesino y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.


Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.


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