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Deuteronomio 4:28 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

28 Allí ustedes adorarán a dioses de madera y de piedra, hechos por seres humanos: dioses que no pueden ver ni oír, ni comer ni oler.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Allí, en tierra extraña, rendirán culto a ídolos hechos de madera y de hierro, a dioses que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Allí tendrán que servir a dioses fabricados, que no son más que madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni comen, ni sienten.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Allí serviréis a dioses hechos por manos humanas, de palo y de piedra,° que no ven, ni oyen, ni comen, ni olfatean.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Allí serviréis a dioses de madera y piedra, hechos por mano de hombre, que no ven ni oyen, ni comen ni huelen.

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Deuteronomio 4:28
22 Referans Kwoze  

Sin embargo, no hicieron caso, sino que persistieron en sus antiguas costumbres.


Ya están muertos y no revivirán; ya son sombras y no se levantarán. Tú los has castigado y destruido; has hecho que perezca su memoria.


Todos sus devotos quedarán avergonzados; ¡simples mortales son los artesanos! Que todos se reúnan y comparezcan; ¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!


El herrero toma una herramienta y con ella trabaja sobre las brasas; con martillo modela un ídolo, con la fuerza de su brazo lo forja. Siente hambre y pierde las fuerzas; no bebe agua y desfallece.


Los que fabrican imágenes no son nada; inútiles son sus obras más preciadas. Para su propia vergüenza, sus propios testigos no ven ni conocen.


»Reúnanse, fugitivos de las naciones; congréguense y vengan. Ignorantes son los que cargan imágenes de madera y oran a dioses que no pueden salvar.


Lo levantan en hombros y lo cargan; lo ponen en su lugar y allí se queda. No se puede mover de su sitio. Por más que clamen a él, no habrá de responderles ni podrá salvarlos de sus aflicciones.


Las costumbres de los pueblos no tienen valor alguno. Cortan un tronco en el bosque y un artífice lo labra con un cincel.


Sus ídolos no pueden hablar; ¡parecen espantapájaros en un huerto de pepinos! Tienen que ser transportados, porque no pueden caminar. No les tengan miedo, porque no les pueden hacer ningún mal, pero tampoco ningún bien».


De Tarsis se trae plata laminada, y de Ufaz se importa oro. Los ídolos, vestidos de color azul y carmesí, son obra de artífices y orfebres; ¡todos ellos son obra de artesanos!


Por eso los voy a arrojar de esta tierra a una tierra que ni ustedes ni sus antepasados conocieron, y allí servirán a otros dioses día y noche. No les tendré compasión”.


»”Jamás sucederá lo que ustedes tienen en mente: ‘Queremos ser como las otras naciones, como los pueblos del mundo, que adoran al palo y a la piedra’.


»”En cuanto a ustedes, pueblo de Israel, así dice el Señor y Dios: Si no quieren obedecerme, ¡vayan y adoren a sus ídolos! Pero no sigan profanando mi santo nombre con sus ofrendas y sus ídolos.


Les consta además que el tal Pablo ha logrado persuadir a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos.


Pero Dios les volvió la espalda y los entregó a que rindieran culto a los astros. Así está escrito en el libro de los Profetas: »“Casa de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto?


El Señor hará que tú y el rey que hayas elegido para gobernarte sean deportados a un país que ni tú ni tus antepasados conocieron. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra.


El Señor te dispersará entre todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra que ni tú ni tus antepasados conocieron.


Ustedes vieron entre ellos sus detestables imágenes e ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro.


El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar.


Majestad, señor mío, le ruego que escuche mis palabras. Si quien lo mueve a usted en mi contra es el Señor, una ofrenda bastará para aplacarlo. Pero si son los hombres, ¡que el Señor los maldiga! Hoy me expulsan de esta tierra, que es la herencia del Señor, y me dicen: “¡Vete a servir a otros dioses!”.


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