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Cantares 5:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Le abrí a mi amado, pero ya no estaba allí. Se había marchado y tras su voz se fue mi alma. Lo busqué y no lo hallé. Lo llamé y no me respondió.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Le abrí a mi amado, ¡pero él ya se había ido! Se me desplomó el corazón. Lo busqué pero no pude encontrarlo. Lo llamé pero no tuve respuesta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Abrí a mi amado, pero mi amado ya se había ido. ¡Se me fue el alma tras de él! Lo busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Abrí a mi amado, Pero mi amado ya se había ido, Había pasado, Y mi alma salió tras su hablar. Lo busqué, pero no lo hallé, Lo llamé, pero no me respondió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Abrí a mi amado; mas mi amado se había ido ya, se había marchado. Mi corazón salió tras el eco de sus pasos: le busqué y no le hallé.

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Cantares 5:6
30 Referans Kwoze  

Entonces dijo a sus hermanos: —¡Me devolvieron el dinero! Miren, ¡aquí está, en mi bolsa! Los otros se asustaron mucho y temblando se decían unos a otros: —¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?


Pero el rey respondió: —Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar?


A ti clamo, Señor, Roca mía; no te desentiendas de mí, porque si guardas silencio, seré como los que bajan a la fosa.


Tú, Señor, en tu buena voluntad, me exaltaste como monte poderoso; pero cuando escondiste tu rostro, yo quedé angustiado.


Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios.


Me acuerdo de Dios y me lamento; medito en él y mi espíritu desfallece. Selah


¿Hasta cuándo, Señor Dios de los Ejércitos, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo?


»Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán.


Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡Y oí una voz! ¡Mi amado estaba a la puerta! «Hermana, amada mía; preciosa paloma mía, ¡déjame entrar! Mi cabeza está empapada de rocío; la humedad de la noche corre por mi pelo».


Mi amado pasó la mano por la abertura del cerrojo; ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!


¿A dónde se ha ido tu amado, oh bella entre las bellas? ¿Hacia dónde se ha encaminado? ¡Iremos contigo a buscarlo!


En aquel día tú dirás: «Señor, yo te alabaré porque, aunque estabas enojado conmigo, tu ira se ha calmado y me has dado consuelo.


¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar? ¿Me falta acaso fuerza para liberarlos? Yo seco el mar con una simple reprensión y convierto los ríos en desierto; por falta de agua sus peces se pudren y se mueren de sed.


Mi litigio no será eterno ni estaré siempre enojado, porque ante mí desfallecerían todos los seres vivientes que he creado.


Porque día tras día me buscan y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, desean acercarse a mí


El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob, pero yo esperaré en él, pues en él tengo puesta mi esperanza.


Por más que grito y pido ayuda, él rechaza mi oración.


Volveré luego a mi morada hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con sinceridad».


Con sus ovejas y sus vacas irán en busca del Señor, pero no lo encontrarán porque él se ha apartado de ellos.


“Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen —dice el Señor de los Ejércitos—.


Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces». Y saliendo de allí, lloró amargamente.


Al instante, el gallo cantó por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces». Y se echó a llorar.


»Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.


Por eso consultó al Señor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas.


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