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2 Reyes 9:33 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

33 y Jehú les ordenó: —¡Arrójenla de allí! Así lo hicieron y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

33 Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 «¡Tírenla abajo!», gritó Jehú. Así que la arrojaron por la ventana, y su sangre salpicó la pared y los caballos; y Jehú pisoteó el cuerpo de Jezabel con las patas de sus caballos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Les dijo: '¡Láncenla por la ventana!' Y la lanzaron. Su sangre salpicó el muro y los caballos que pasaban la pisotearon.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Y él les dijo: ¡Echadla abajo! Y la echaron abajo, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, y él la pisoteó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 y él les dijo: '¡Echadla abajo!'. Y la echaron abajo. Su sangre salpicó la pared y los caballos, que la pisotearon.

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2 Reyes 9:33
13 Referans Kwoze  

Los jefes y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas.


En efecto, así ocurrió: el pueblo lo atropelló a la entrada de la ciudad y allí murió.


“Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el Señor, lo afirmo”. Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el Señor.


Levantando la vista hacia la ventana, Jehú gritó: —¿Quién está de mi parte? ¿Quién? Entonces se asomaron dos o tres oficiales


Luego Jehú se sentó a comer y beber y dio esta orden: —Ocúpense de esa maldita mujer; denle sepultura, pues era hija de un rey.


La mano del Señor se posará sobre este monte, pero Moab será pisoteada en su sitio, como se pisotea la paja en el muladar.


¡Los pobres y los desvalidos la pisotean con sus propios pies!».


»En mi ciudad el Señor ha rechazado a todos los guerreros. Convocó un ejército contra mí, para despedazar a mis jóvenes. El Señor ha pisado como en un lagar a la virginal hija de Judá.


Cuando lo vea mi enemiga, la que me decía: «¿Dónde está el Señor tu Dios?», se llenará de vergüenza. Mis ojos contemplarán su desgracia, pues será pisoteada como el lodo de las calles.


Juntos serán como guerreros que combaten sobre el lodo de las calles, que luchan contra jinetes y los derriban porque el Señor está con ellos.


El día que yo actúe ustedes pisotearán a los malvados y, bajo sus pies, quedarán hechos polvo —dice el Señor de los Ejércitos—.


»Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.


¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado y que ha insultado al Espíritu de la gracia?


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