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2 Reyes 21:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

9 Pero no hicieron caso. Manasés los descarrió, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Sin embargo, la gente se negó a escuchar, y Manasés los llevó a cometer cosas aún peores que las que habían hecho las naciones paganas que el Señor había destruido cuando el pueblo de Israel entró en la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Pero no hicieron caso y Manasés los arrastró a hacer cosas peores aún que las hechas por las naciones que había destruido Yavé ante los israelitas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Pero no escucharon, pues Manasés los indujo a hacer el mal, más que las otras naciones a las que YHVH había destruido delante de los hijos de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Pero ellos no obedecieron y Manasés les indujo a hacer el mal, hasta el punto de hacer cosas peores que las que hacían las naciones que Yahveh había exterminado delante de Israel.

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2 Reyes 21:9
25 Referans Kwoze  

Y él abandonará a Israel por los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a los israelitas».


Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado al paso de los israelitas.


Por lo tanto, el Señor dijo por medio de sus siervos los profetas:


Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos.


Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, tenían en poco sus palabras, y se mofaban de sus profetas. Por fin, el Señor desató su ira contra el pueblo y ya no hubo remedio.


»Pero fueron desobedientes: se rebelaron contra ti, rechazaron tu Ley, mataron a tus profetas que los exhortaban a volverse a ti; ¡te ofendieron mucho!


Los malvados merodean por todas partes, cuando la vileza es exaltada entre los seres humanos.


Yo soy el Señor tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y te la llenaré.


Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen.


Entonces sabrán que yo soy el Señor. No han seguido mis estatutos ni han cumplido con mis leyes, sino que han adoptado las costumbres de las naciones que los rodean”».


No solo has seguido su conducta, sino que has actuado según sus prácticas abominables. En poco tiempo llegaste a ser peor que ellas.


Adviértele que así dice el Señor y Dios: “¡Ha llegado tu hora! ¡Ciudad que derramas sangre en tus calles y te contaminas fabricando ídolos! ¡Cómo provocas tu ruina!


Pero ella se rebeló contra mis leyes y estatutos, con una perversidad mayor a la de las naciones y territorios vecinos. En otras palabras, rechazó por completo mis leyes y estatutos.


»Por eso yo, el Señor y Dios, declaro: Ustedes han sido más rebeldes que las naciones a su alrededor. No han seguido mis estatutos ni obedecido mis leyes; ni siquiera se han sujetado a las costumbres de esas naciones.


No hemos prestado atención a tus siervos los profetas que, en tu nombre, hablaron a nuestros reyes y príncipes, a nuestros antepasados y a todos los habitantes de la tierra.


Efraín está oprimido, aplastado por el juicio, empeñado en seguir a los ídolos.


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!


Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado.


Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace.


»Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos.


El pueblo, sin embargo, no hizo caso a Samuel, sino que dijo: —¡De ninguna manera! Queremos un rey que nos gobierne.


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