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2 Reyes 17:20 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

20 Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, hasta que los arrojó de su presencia.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 El Señor rechazó a todos los descendientes de Israel. Los castigó entregándolos a sus agresores hasta expulsar a Israel de su presencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Por eso Yavé rechazó a toda la raza de Israel, los castigó, los entregó en manos de salteadores, y por último, los echó lejos de su presencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Entonces YHVH desechó a toda la simiente de Israel, y los afligió y los entregó en mano de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Rechazó así Yahveh a toda la estirpe de Israel; la afligió y la entregó en manos de sus saqueadores hasta arrojarla de su presencia.

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2 Reyes 17:20
42 Referans Kwoze  

Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia.


Por eso la ira del Señor se encendió contra los israelitas y, por mucho tiempo, los puso bajo el poder de Jazael, rey de Aram, y de su hijo Ben Adad.


Del ejército no le habían quedado a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros de combate y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Aram había destruido el ejército, reduciéndolo a polvo.


En tiempos de Pécaj, rey de Israel, Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país y conquistó Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad y Galilea, incluyendo todo el territorio de Neftalí; además, deportó a los habitantes a Asiria.


Rechazaron los estatutos y mandatos del Señor y el pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas.


Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá.


En el año cuarto del reinado de Ezequías, es decir, en el año séptimo del reinado de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, marchó contra Samaria y la sitió.


Abandonaré al resto de mi heredad, entregando a mi pueblo en manos de sus enemigos, que lo saquearán y lo despojarán.


Por lo tanto, el Señor declaró: «Voy a apartar de mi presencia a Judá, como lo hice con Israel; repudiaré a Jerusalén, la ciudad que escogí, y a este Templo, del cual dije: “Ese será el lugar donde yo pondré mi Nombre”».


De hecho, esto sucedió a Judá por orden del Señor, para apartar al pueblo de su presencia por los pecados de Manasés y por todo lo que hizo,


¡Ustedes, descendientes de Israel, su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos!


Habiéndose separado de los extranjeros, se pusieron de pie y confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados.


Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti.


Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó.


Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales del campo la devoran.


Has abandonado a tu pueblo, a los descendientes de Jacob, porque están llenos de costumbres de Oriente, de adivinos como los filisteos y hacen tratos con extranjeros.


Pero toda la descendencia de Israel será justificada y exaltada en el Señor.


El Señor me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, no tendría compasión de este pueblo. ¡Échalos de mi presencia! ¡Que se vayan!


Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo», afirma el Señor. «Aunque aniquile a todas las naciones por las que te he dispersado, a ti no te aniquilaré. Te corregiré con justicia, pero no te dejaré sin castigo».


a tal grado que el Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá. Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.


Por eso se les llama “Plata desechada”; ¡para el Señor son un desecho!».


Los echaré de mi presencia, así como eché a todos sus hermanos, a toda la descendencia de Efraín”.


Ella volvió a concebir y dio a luz una niña. Entonces el Señor dijo a Oseas: «Ponle por nombre Lorrujama, porque no volveré a mostrar amor al reino de Israel, sino que le negaré el perdón.


Ya en el seno materno suplantó a su hermano y cuando se hizo hombre luchó con Dios.


Al oír esto los marineros se aterraron aún más y, como sabían que Jonás huía del Señor, pues él mismo lo había contado, le dijeron: —¡Qué es lo que has hecho!


Pero Jonás huyó del Señor y se dirigió a Tarsis. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.


»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.


El Señor su Dios es quien la cuida; los ojos del Señor su Dios están sobre ella todo el año, de principio a fin.


«Les voy a dar la espalda» —dijo—, «a ver en qué terminan; son una generación perversa, ¡son unos hijos infieles!


Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de su glorioso poder,


pueden estar seguros de que el Señor su Dios no expulsará de entre ustedes a esas naciones. Por el contrario, ellas serán como red y trampa contra ustedes, como látigos en sus espaldas y espinas en sus ojos, hasta que ustedes desaparezcan de esta buena tierra que el Señor su Dios les ha entregado.


Allí erigieron para sí la imagen tallada y Jonatán, hijo de Guersón y nieto de Moisés, y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo del exilio.


Entonces el Señor se enfureció contra los israelitas y los entregó en manos de invasores que los saquearon. Los dejó en manos de los enemigos que tenían a su alrededor, a los que ya no pudieron hacerles frente.


La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey».


—No voy a regresar contigo —respondió Samuel—. Tú has rechazado la palabra del Señor, y él te ha rechazado como rey de Israel.


El Señor dijo a Samuel: —¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.


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