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2 Crónicas 30:27 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

27 Después los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie, bendijeron al pueblo y Dios los escuchó. Su oración llegó hasta el cielo, el santo lugar donde Dios habita.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

27 Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Luego los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y Dios escuchó su oración desde su santa morada en el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Los sacerdotes y levitas bendijeron al pueblo; y fue escuchada su voz y su oración penetró en el cielo a su santa Morada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Después los sacerdotes y los levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; y fue escuchada su voz, y su oración llegó hasta la morada de su santidad en los cielos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Luego se levantaron los sacerdotes y los levitas y bendijeron al pueblo. Su voz fue escuchada y su oración llegó hasta la santa morada, hasta el cielo.

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2 Crónicas 30:27
14 Referans Kwoze  

Oye la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Oye desde el cielo, donde habitas; escucha y perdona.


óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y perdónalo. Trata a cada uno según su conducta, la cual tú conoces, puesto que solo tú escudriñas el corazón humano.


Después Joyadá apostó guardias en el Templo del Señor, bajo las órdenes de los sacerdotes y levitas. A estos David les había asignado sus turnos para que ofrecieran al Señor los holocaustos, como está escrito en la Ley de Moisés, y para que cantaran con gozo, como lo había ordenado David.


Oye las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Oye desde el cielo, donde habitas; escucha y perdona.


Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su morada santa.


Moisés, por su parte, inspeccionó la obra y, al ver que la habían hecho tal y como el Señor se lo había ordenado, los bendijo.


Porque lo dice el Alto y Excelso, el que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados.


Mira bien desde el cielo; observa desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde están tu celo y tu poder? ¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura!


Así dice el Señor: «El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué casa me pueden construir? ¿Dónde estará el lugar de mi reposo?


»Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.


—¿Qué quieres, Señor? —preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. —Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —contestó el ángel—.


En aquel tiempo, el Señor designó a la tribu de Leví para llevar el arca del pacto y estar en su presencia; además, para ministrar y pronunciar bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace.


Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel».


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