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2 Crónicas 25:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

23 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Joacaz. Luego fue a Jerusalén y derribó cuatrocientos codos de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Y Joás rey de Israel apresó en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo llevó a Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del ángulo, un tramo de cuatrocientos codos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 En Bet-semes, el rey Yoás de Israel capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Después lo llevó a Jerusalén, donde demolió ciento ochenta metros de la muralla de la ciudad, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Bet-Semes, y lo llevó a Jerusalén; y echó abajo la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Angulo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz,° en Bet-semes, y lo llevó a Jerusalem, y abrió una brecha de cuatrocientos codos en el muro de Jerusalem, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Joás, rey de Israel, hizo prisionero en Bet Semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, y lo llevó a Jerusalén. Después de abrir una brecha de cuatrocientos codos en las murallas de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la puerta del Ángulo,

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2 Crónicas 25:23
18 Referans Kwoze  

En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Luego fue a Jerusalén y derribó cuatrocientos codos de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina.


Así que marcharon contra Judá, la invadieron y se llevaron todos los objetos de valor que hallaron en el palacio real, junto con los hijos y las mujeres de Jorán. Ninguno de sus hijos escapó con vida, excepto Joacaz, que era el menor de todos.


A la muerte de Jorán, los habitantes de Jerusalén proclamaron rey a Ocozías, su hijo menor, pues a sus hijos mayores los habían asesinado las bandas de árabes que habían venido al campamento. Así fue como Ocozías, hijo de Jorán, comenzó a reinar en Judá.


Por eso tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido en Ramot cuando luchó contra Jazael, rey de Aram. Como Jorán, hijo de Acab, convalecía en Jezrel, Ocozías, hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.


Los israelitas vencieron a los de Judá, y estos huyeron a sus casas.


Uzías también construyó y fortificó torres en Jerusalén, sobre la puerta de la Esquina y la puerta del Valle y en el ángulo del muro.


Armándose de valor, Ezequías reconstruyó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres sobre ella; también construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes de la Ciudad de David, y mandó fabricar muchas armas y escudos.


Por eso el Señor envió contra ellos a los comandantes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.


Por eso, a comienzos del año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, junto con los utensilios más valiosos del Templo del Señor e hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.


Por eso Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra Joacim y lo llevó a Babilonia sujeto con cadenas de bronce.


Pasamos por encima de la puerta de Efraín, la de Jesaná y la de los Pescados; por la torre de Jananel y la de los Cien, y por la puerta de las Ovejas, hasta llegar a la puerta de la Guardia. Allí nos detuvimos.


La gente fue, trajo ramas y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del Templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín.


Tras el orgullo viene la destrucción; tras la altanería, el fracaso.


El altivo será humillado, pero el de espíritu humilde será enaltecido.


«Vienen días —afirma el Señor—, en que la ciudad del Señor será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta de la Esquina.


Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia; además, es capaz de humillar a los soberbios.


La soberbia de tu corazón te ha engañado. Como habitas en las hendiduras de las rocas, en la altura de tu morada, te engañas a ti mismo, diciendo: ¿Quién podrá arrojarme a tierra?


Porque todo el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.


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