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2 Crónicas 20:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! Pero en ti hemos puesto nuestra esperanza».

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Biblia Reina Valera 1960

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Oh Dios nuestro, ¿no harás justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza para hacer frente a esta gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven a ti.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No los castigarás Tú? Porque no hay fuerza en nosotros contra esta gran multitud que viene contra nosotros, ni sabemos qué hacer; por eso volvemos nuestros ojos a ti.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No harás tú justicia contra ellos? Porque nosotros no tenemos fuerza frente a una muchedumbre tan grande como ésa que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero hacia ti volvemos nuestros ojos'.

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2 Crónicas 20:12
24 Referans Kwoze  

Entonces ella suplicó: —¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo! —¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, te aseguro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!


Mi señor y rey, todo Israel está a la expectativa y quiere que usted le diga quién lo sucederá en el trono.


Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad. —¡Ay, mi señor! —exclamó el criado—. ¿Qué vamos a hacer?


Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños.


Por eso tengo los ojos puestos en ti, mi Señor y Dios, en ti busco refugio; no me dejes morir.


Mis ojos están puestos siempre en el Señor, pues solo él puede sacarme de la trampa.


¡Júzgame, oh Dios! Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y malhechora.


¡Levántate, Señor, en tu ira! ¡Enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta e imparte justicia!


¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi integridad.


¡Levántate, Señor! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!


Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios.


Dios mismo juzgará entre las naciones y administrará justicia a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y en hoces sus lanzas. Ya no levantará su espada nación contra nación y nunca más se adiestrarán para la guerra.


no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. En su enseñanza las costas lejanas pondrán su esperanza».


»Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios y no hay ningún otro.


«Que se movilicen las naciones y acudan al valle de Josafat, pues allí me sentaré para juzgar a todos los pueblos vecinos.


Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia; pero volveré a contemplar tu santo Templo”.


El Señor defenderá a su pueblo cuando lo vea sin fuerzas; tendrá compasión de sus siervos cuando ya no queden ni esclavos ni libres.


Luego vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra.


Yo no te he hecho ningún mal. Tú, en cambio, obras mal conmigo al librar una guerra contra mí. Que el Señor, el gran Juez, dicte hoy su sentencia en esta contienda entre israelitas y amonitas”».


Así que Jonatán dijo a su escudero: —Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos.


Ya le dije que por la maldad de sus hijos he condenado a su familia para siempre; él sabía que estaban blasfemando contra Dios y, sin embargo, no los refrenó.


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