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1 Reyes 8:36 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

36 óyelos tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel. Guíalos para que sigan el buen camino y envía la lluvia sobre esta tierra, que es tuya, pues tú se la diste a tu pueblo por herencia.

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Biblia Reina Valera 1960

36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 escúchalo desde lo alto del cielo y perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel. Tú le indicarás el buen camino por donde deben caminar, tú harás caer la lluvia sobre la tierra que diste como herencia a tu pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 entonces escucha Tú desde los cielos, y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel. Sí, enséñales el buen camino por el que deben andar y dales lluvia sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 escúchalos desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, muéstrales el camino recto por donde deben ir, y envía la lluvia sobre esta tierra tuya, la que diste a tu pueblo por heredad.

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1 Reyes 8:36
28 Referans Kwoze  

Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: «Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra».


Entonces Elías dijo a Acab: —Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un torrentoso aguacero.


Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Y Acab se fue en su carro hacia Jezrel.


Guía mis pasos conforme a tu promesa; no permitas que ninguna iniquidad me domine.


Enséñame, Señor, el camino de tus estatutos y lo seguiré hasta el fin.


Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.


¿Quién es el hombre que teme al Señor? Será instruido en el mejor de los caminos.


Bueno y justo es el Señor; por eso les muestra a los pecadores el camino.


Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de mis enemigos.


El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.


Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; endereza tu senda delante de mí.


Tu familia se estableció en la tierra que en tu bondad, oh Dios, preparaste para el pobre.


Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias; reanimaste a tu extenuada herencia.


Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.


Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges; aquel a quien instruyes en tu Ley,


Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Este es el camino; síguelo».


Habrá allí una calzada que será llamada Camino de Santidad. No viajarán por ella los impuros ni transitarán por ella los necios; será solo para los que siguen en ese camino.


¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer llover? ¿Pueden los cielos solos dar lluvia? Solo tú, Señor y Dios nuestro, puedes hacer todas estas cosas; por eso nuestra esperanza está en ti.


Ruega para que el Señor tu Dios nos indique el camino que debemos seguir, y lo que debemos hacer.


Así dice el Señor: «Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, ¡y sigan por él! Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: “¡No lo seguiremos!”.


Alégrense, habitantes de Sión, regocíjense en el Señor su Dios, porque les ha dado las lluvias de otoño. Él envía la lluvia, la de otoño y la de primavera, como en tiempos pasados.


Muchos pueblos vendrán y dirán: «¡Vengan, subamos al monte del Señor, al Templo del Dios de Jacob! Dios mismo nos instruirá en sus caminos y así andaremos por sus sendas». Porque de Sión saldrá la Ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.


Enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios del rey Herodes, los cuales le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias.


En cuanto a mí, que el Señor me libre de pecar contra él dejando de orar por ustedes. Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto.


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