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1 Reyes 17:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te aseguro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene».

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Biblia Reina Valera 1960

1 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Ahora bien, Elías, quien era de Tisbé en Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni lluvia durante los próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Elías, que era de Tisbé de Galaad, fue a decir a Ajab: 'Tan cierto como que vive Yavé, Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá estos años ni rocío ni lluvia, a menos que yo lo ordene'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: ¡Vive YHVH, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por mi palabra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: '¡Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos años no ha de haber rocío ni lluvia, sino por orden mía'.

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1 Reyes 17:1
41 Referans Kwoze  

—Tan cierto como el Señor tu Dios vive —respondió ella—, no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!


Entonces la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje:


Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: «Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra».


Tan cierto como que el Señor su Dios vive, no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado.


Elías respondió: —Tan cierto como que vive el Señor de los Ejércitos, a quien sirvo, te aseguro que hoy me presentaré ante Acab.


Pero Micaías repuso: —Tan cierto como que el Señor vive, anunciaré al rey lo que el Señor me diga.


»Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran hacia este lugar y alaban tu nombre y se arrepienten de su pecado,


Pero el ángel del Señor dijo a Elías el tisbita: «Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: “Y ustedes, ¿por qué van a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel?”.


Eliseo respondió: —Tan cierto como que vive el Señor de los Ejércitos, a quien sirvo, te aseguro que si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera le daría a usted la cara.


Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y ordenó a su criado: «Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas».


Pero Eliseo respondió: —¡Tan cierto como que vive el Señor, a quien yo sirvo, no voy a aceptar nada! Y por más que insistió Naamán, Eliseo no accedió.


cuando Guiezi, el criado de Eliseo, hombre de Dios, pensó: «Mi amo ha sido demasiado bondadoso con este arameo Naamán, pues no le aceptó nada de lo que había traído. Pero, tan cierto como que el Señor vive, yo voy a correr tras él, a ver si me da algo».


El profeta Elías le envió una carta con este mensaje: «Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: “Por cuanto no seguiste el buen ejemplo de tu padre Josafat ni el de Asá, rey de Judá,


»Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran hacia este lugar y alaban tu nombre y se arrepienten de su pecado,


Si él retiene las lluvias, hay sequía; si las deja caer, se inunda la tierra.


Alza tus ojos y mira a tu alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, a todos ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia», afirma el Señor.


La dejaré desolada y no será podada ni cultivada; le crecerán espinos y cardos. Mandaré que las nubes no derramen lluvia sobre ella».


¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer llover? ¿Pueden los cielos solos dar lluvia? Solo tú, Señor y Dios nuestro, puedes hacer todas estas cosas; por eso nuestra esperanza está en ti.


Por eso, así dice el Señor: «Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si evitas hablar en vano, y dices palabras valiosas, tú serás mi portavoz. Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos.


Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos.


«Por eso, por culpa de ustedes, los cielos retuvieron el rocío y la tierra se negó a dar sus frutos.


Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir.


Le respondieron: —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas.


Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron: —Está llamando a Elías.


Los demás decían: —Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.


porque enseñaba como quien tenía autoridad y no como los maestros de la Ley.


Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.


—Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias.


Manténganse despiertos y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre.


Y aparecieron dos personajes —Moisés y Elías—, que conversaban con Jesús.


Mientras estos se apartaban de Jesús, Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, propuso: —Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.


Cuando los discípulos Santiago y Juan vieron esto, preguntaron: —Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?


—¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías? —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No lo soy.


Ellos preguntaron: —Pues, si no eres el Cristo ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?


Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y sirvo,


Dios no rechazó a su pueblo, al que de antemano conoció. ¿No saben lo que relata la Escritura en cuanto a Elías? Acusó a Israel delante de Dios:


En aquel tiempo, el Señor designó a la tribu de Leví para llevar el arca del pacto y estar en su presencia; además, para ministrar y pronunciar bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace.


Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio.


Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; además, tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.


Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y lucharon contra los de la tribu de Efraín. Los de Galaad derrotaron a los de Efraín porque estos les habían dicho: «Ustedes los galaaditas son renegados de Efraín y Manasés».


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