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1 Reyes 13:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 Sucedió que un hombre de Dios fue desde Judá hasta Betel en obediencia a la palabra del Señor. Cuando Jeroboán, de pie junto al altar, se disponía a quemar un sacrificio,

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Biblia Reina Valera 1960

1 He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Por mandato del Señor, un hombre de Dios de la región de Judá fue a Betel y llegó en el momento que Jeroboam se acercaba al altar para quemar incienso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Por orden de Dios, un hombre de Dios llegó a Betel desde Judá, cuando Jeroboam estaba junto al altar quemando el incienso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Pero he aquí un varón de Dios, que por revelación de YHVH llegó desde Judá a Bet-’El mientras Jeroboam estaba quemando incienso junto al altar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Un varón de Dios llegó de Judá a Betel, por mandato de Yahveh, cuando Jeroboán estaba de pie junto al altar para quemar incienso,

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1 Reyes 13:1
23 Referans Kwoze  

Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje:


Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso, dijo: «Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del Señor. Por eso el Señor lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra del Señor se lo había advertido».


Porque ciertamente se cumplirá la sentencia que, en obediencia a la palabra del Señor, él pronunció contra el altar de Betel y contra todos los altares paganos de las ciudades de Samaria».


En ese momento, el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del Señor, había dado el hombre de Dios.


porque así me lo ordenó el Señor. Me dijo: “No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino”.


En obediencia a la palabra del Señor, un miembro de la comunidad de profetas le dijo a otro: —¡Golpéame! Pero aquel se negó a hacerlo.


Derribó también el altar de Betel y el altar pagano construidos por Jeroboán, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Además, quemó el altar pagano hasta convertirlo en cenizas y prendió fuego a la imagen de Aserá.


Luego el rey preguntó: —¿De quién es ese monumento que veo allá? Y los habitantes de la ciudad contestaron: —Es el sepulcro del hombre de Dios que vino desde Judá y que pronunció contra el altar de Betel lo que usted acaba de hacer.


Sin embargo, cuando aumentó su poder, Uzías se volvió arrogante, lo cual lo llevó a la desgracia. Se rebeló contra el Señor, Dios de sus antepasados, y se atrevió a entrar en el Templo del Señor para quemar incienso en el altar.


quienes enfrentaron al rey Uzías y le dijeron: «No le corresponde a usted, Uzías, quemar el incienso al Señor. Esta es función de los sacerdotes descendientes de Aarón, pues son ellos los que están consagrados para quemar el incienso. Salga usted ahora mismo del santuario, pues ha pecado, y así Dios el Señor no va a honrarlo».


Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas del profeta Natán, en la profecía de Ahías, el silonita, y en las visiones del vidente Idó acerca de Jeroboán, hijo de Nabat.


Entonces las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a clamar a los dioses a los que quemaron incienso, pero ellos no podrán salvarlos cuando llegue el tiempo de su calamidad.


«Desde el año trece de Josías, hijo de Amón y rey de Judá, hasta el día de hoy, durante veintitrés años, el Señor me ha dirigido su palabra y yo les he hablado en repetidas ocasiones, pero ustedes no me han hecho caso.


Los babilonios que ataquen esta ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego, así como a las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y donde para provocar mi ira se derramaban ofrendas líquidas a otros dioses.


No vuelvas a profetizar en Betel, porque este es el santuario del rey; es el templo del reino.


Así que oye la palabra del Señor. Tú dices: »“No profetices contra Israel; deja de predicar contra los descendientes de Isaac”.


Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el Señor de los Ejércitos—.


Las láminas quedaron allí, como advertencia a los israelitas, para que ninguno que no fuera descendiente de Aarón ni estuviera autorizado se atreviera a ofrecer incienso ante el Señor; de lo contrario, le sucedería lo mismo que a Coré y su gente, tal como el Señor se lo había advertido por medio de Moisés.


Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto.


Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono.


Un hombre de Dios fue a ver a Elí y dijo: «Así dice el Señor: “Bien sabes que yo me manifesté a tus antepasados levitas cuando estaban en Egipto bajo el poder del faraón.


El criado contestó: —En este pueblo vive un hombre de Dios que es muy respetado. Todo lo que dice se cumple sin falta. ¿Por qué no vamos allá? A lo mejor nos indica el camino que debemos seguir.


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