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Sofonías 1:7 - La Palabra (versión española)

7 ¡Silencio ante el Señor Dios! Ya está próximo el día del Señor: él tiene preparado un sacrificio, y ha consagrado a sus invitados.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Guarden silencio en presencia del Señor Soberano, porque se acerca el imponente día del juicio del Señor. El Señor ha preparado a su pueblo para una gran matanza y ha seleccionado a sus verdugos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 ¡Reine el silencio delante del Señor Yavé, pues se acerca su día! Yavé ha preparado un sacrificio y ya ha consagrado a sus invitados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 ¡Silencio en presencia de Adonay YHVH! El día de YHVH está cercano. YHVH ha preparado un sacrificio, y ha escogido° a sus invitados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 ¡Silencio ante el Señor Yahveh, porque el día de Yahveh está cerca! Sí; Yahveh ha preparado un sacrificio, ha consagrado a sus invitados.

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Sofonías 1:7
39 Referans Kwoze  

Si Dios todopoderoso se reserva tiempos de juicio, ¿por qué sus fieles no los descubren?


«Desistid y sabed que soy Dios, que me alzo sobre las naciones, sobre todos los pueblos de la tierra».


He adiestrado a mis consagrados, he convocado a los soldados de mi ira, que celebran mi honor con entusiasmo.


Lamentaos, se acerca el día del Señor, ya llega como azote del Todopoderoso.


el día del Señor del universo, contra todo orgullo y arrogancia, contra toda altanería y altivez;


entonces asediaré a Ariel, habrá lloros y lamentos. Serás para mí un ariel;


Blande el Señor su espada en el cielo: ved cómo la descarga sobre Edom, sobre un pueblo condenado a muerte.


La espada del Señor está llena de sangre, está toda empapada de grasa, de sangre de corderos y cabritos, de grasa de vísceras de carneros. Pues el Señor celebra una matanza en Bosrá, un degüello imponente en tierra de Edom.


Me dije entonces: «¡Ay de mí, estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros, yo, que habito entre gente de labios impuros, y he visto con mis propios ojos al Rey, Señor del universo».


Pero es el día de Dios, Señor del universo, día de venganza, contra sus enemigos. La espada devora hasta hartarse, hasta quedar ahíta de su sangre; pues celebra un banquete Dios, Señor del universo, en tierras del norte, junto al Éufrates.


Aquí está el día, ya está llegando, te toca el turno. Florece la prepotencia,


Os llega el turno, habitantes del país; os llega la hora, el día está cerca, sin tregua, sin retraso.


¡Ay, qué terrible aquel día! Porque el día del Señor está cerca; la destrucción del Destructor está a punto de llegar.


El Señor alza la voz al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y fuerte el que ejecuta su palabra. El día del Señor es grandioso y temible: ¿quién podrá resistirlo?


Y cuando el pariente saque de la casa los cadáveres para quemarlos y diga al que está en el fondo de la casa: «¿Queda todavía alguien contigo?», el otro responderá: «no queda ninguno». Y añadirá: «Guardad silencio», pues no hay que mencionar el nombre del Señor.


Ese día —oráculo del Señor Dios— los cantos de palacio se volverán lamentos, y serán innumerables los cadáveres que serán desparramados en silencio.


Mas el Señor está en su santo Templo, ¡que calle ante él toda la tierra!


Se acerca el gran día del Señor, rápidamente se aproxima; en ese día se alzará un gran clamor, hasta el valiente quedará angustiado.


Llega, Jerusalén, el día del Señor en que serás repartida como botín.


Yo castigaré a esas naciones que serán botín de sus esclavos, y así reconoceréis que he sido enviado por el Señor del universo.


Volvió a enviarles más criados, con este encargo: «Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis terneros y reses cebadas y está todo a punto. Que vengan a la boda».


Ahora bien, es sabido que todo lo que dice la ley se lo dice a quienes están bajo su yugo. Nadie, por tanto, tendrá derecho a hablar y el mundo entero ha de reconocerse culpable ante Dios.


Pero ¿y quién eres tú, mísero mortal, para exigir cuentas a Dios? ¿Le dice acaso la pieza de barro al alfarero: «Por qué me hiciste así»?


Que todo el mundo os reconozca por vuestra bondad. El Señor está a punto de llegar.


deis gracias al Padre que os ha juzgado dignos de compartir la herencia de su pueblo en el reino de la luz.


Samuel respondió: —¡Salud! Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio. Samuel purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio.


Saúl no dijo nada aquel día, pues pensó: «Le habrá ocurrido algo, estará impuro y no se habrá purificado».


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