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Oseas 4:8 - La Palabra (versión española)

8 Se alimentan del pecado de mi pueblo, están ávidos de sus delitos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Cuando la gente lleva su ofrenda por el pecado, los sacerdotes se alimentan. ¡Por eso se alegran cuando el pueblo peca!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Y como comen de los animales que mi pueblo ofrece por el pecado, les conviene que mi pueblo siga pecando.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Se ceban con la ofrenda° del pecado de mi pueblo, Y a la iniquidad de éste elevan su anhelo.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Del pecado de mi pueblo se alimentan, y a la iniquidad dirigen su apetito.

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Oseas 4:8
18 Referans Kwoze  

Sin embargo, no se pedían cuentas a quienes se entregaba el dinero para pagar a los maestros de obras, porque actuaban con honradez.


El de manos honradas y corazón limpio, quien no desea la mentira ni jura en falso.


son también perros voraces, que no conocen la hartura. Y hasta sus mismos pastores no saben ni entienden nada; todos siguen su camino, todos van tras su provecho:


Hijo de hombre, esta gente tiene su corazón puesto en sus ídolos y solo tiene ojos para la causa de su pecado, ¿y voy a dejarme consultar por ellos?


Pues a todo israelita o al forastero residente en Israel que deje de seguirme, que tenga puesto su corazón en sus ídolos y solo tenga ojos para la causa de su pecado, y que luego venga a consultarme por medio del profeta, yo mismo, el Señor, le responderé.


Pero como sembrasteis maldad, cosechasteis iniquidad y comisteis el fruto de la mentira. Porque confiaste en tu poder, en la multitud de tus guerreros,


Canaán maneja pesas falsas, pues le agrada estafar.


Pagará su culpa Samaría, pues contra su Dios se ha rebelado. Morirán a filo de espada, sus niños serán estrellados, las embarazadas abiertas en canal.


Cualquier sacerdote varón podrá comer de ella, pues es algo muy sagrado.


Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo y sus profetas vaticinan por dinero. Pero aún se apoyan en el Señor y dicen: «¿Acaso no está el Señor con nosotros? ¡No nos alcanzará la desgracia!».


¡Ojalá alguien entre vosotros cerrara las puertas [del Templo] para que no encendierais mi altar inútilmente! Vosotros no me agradáis —dice el Señor del universo—, ni me complace la ofrenda de vuestras manos.


Es gente que no está al servicio de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y con sus halagos y lisonjas embaucan a los incautos.


Y es preciso reducirlos al silencio porque no hacen más que ir de casa en casa causando estragos y enseñando lo que no deben en busca de una vil ganancia.


En su ambición querrán, con palabras engañosas, utilizaros a vosotros como objetos de compraventa; pero hace tiempo que está dictada su condena, y pronta para consumarse su ruina.


¿Por qué, entonces, habéis pisoteado mi altar y las ofrendas que establecí en el santuario? ¿Por qué tienes más consideración con tus hijos que conmigo, permitiéndoles que engorden con lo más exquisito de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?


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