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Números 22:18 - La Palabra (versión española)

18 Pero Balaán respondió a los enviados de Balac: —Aunque Balac me dé su palacio repleto de plata y oro, yo no podré hacer nada, grande o pequeño, que vaya contra lo mandado por el Señor, mi Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Y Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Entonces Balaam les respondió a los mensajeros de Balac: «Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, yo no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor mi Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Balaam respondió a los servidores de Balac: 'Aunque Balac me diera su casa llena de plata y de oro, no desobedecería la orden de Yavé, mi Dios, no importa que fuera para una cosa pequeña o grande.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diera su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar el dicho de YHVH mi Dios para hacer cosa pequeña ni grande.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Respondió Balaán y dijo a los servidores de Balac: 'Aunque Balac me diera su casa llena de plata y de oro, no podría yo transgredir la orden de Yahveh, mi Dios, ni en poco ni en mucho.

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Números 22:18
14 Referans Kwoze  

Pero el hombre de Dios respondió al rey: —No iré contigo, ni aunque me dieses la mitad de tu palacio. No puedo comer ni beber nada en este lugar,


Miqueas contestó: —¡Juro por el Señor que solo anunciaré lo que me diga el Señor!


Miqueas contestó: —¡Juro por el Señor que solo le anunciaré lo que me diga mi Dios!


o con los nobles que abundan en oro, que acumulan plata en sus palacios.


Daniel le respondió: —Puedes quedarte con tus regalos y ofrecer tus obsequios a otros. De todos modos, voy a leer la inscripción y ofreceré a su majestad la interpretación.


Os ruego, por tanto, que paséis aquí esta noche para que yo averigüe si el Señor tiene algo que decirme.


A lo que Balaán respondió: —Y ahora que he venido a ti, ¿podré decir lo que quiera? ¡Pues no! Solo podré pronunciar las palabras que Dios ponga en mi boca.


Él les respondió: —Pasad aquí esta noche y yo os contestaré según me diga el Señor. Se quedaron, en efecto, con Balaán aquella noche los dignatarios de Moab.


A lo que respondió Balaán: —¿No te he dicho que todo lo que el Señor me ordene, eso tengo que hacer?


Balaán le respondió: —¿Acaso no dije a los mensajeros que me enviaste:


«Aunque Balac me dé su palacio repleto de plata y oro, no podré hacer nada por propia iniciativa, ni bueno ni malo, si es contrario al mandato del Señor. Lo que el Señor ordene, eso diré»?


—¡Al infierno tú y tu dinero! —le contestó Pedro—. ¿Cómo has podido imaginar que el don de Dios es un objeto de compraventa?


Dicen que conocen a Dios, pero sus obras lo desmienten, ya que son odiosos, obstinados e incapaces de hacer algo bueno.


Pero como yo no quise escuchar a Balaán, no tuvo más remedio que bendeciros. De esta manera yo os libré de las manos de Balac.


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