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Mateo 23:8 - La Palabra (versión española)

8 Vosotros, en cambio, no os hagáis llamar «maestro»; vuestro único maestro es Cristo y todos vosotros sois hermanos unos de otros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pero vosotros no seáis llamados Rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro,° y todos vosotros sois hermanos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Pero vosotros no permitáis que os llamen rabbí; porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

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Mateo 23:8
34 Referans Kwoze  

Bastante es que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si han llamado Belzebú al amo de la casa, ¿qué no dirán de sus familiares?


Aún estaba hablando Pedro, cuando quedaron envueltos en una nube luminosa de donde procedía una voz que decía: —Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escuchadlo.


Ni tampoco os hagáis llamar «maestros», porque vuestro único maestro es Cristo.


ser saludados en público y que la gente los llame «maestros».


Judas, el traidor, le preguntó: —¿Acaso soy yo, Maestro? Jesús le contestó: —Tú lo has dicho.


Así que apenas llegó, se acercó a Jesús y lo saludó diciendo: —¡Hola, Maestro! Y lo besó.


Jesús le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti? Contestó el ciego: —Maestro, que vuelva a ver.


Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús: —Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.


Al llegar, se acercó enseguida a Jesús y le dijo: —¡Maestro! Y lo besó.


Entonces Pedro dijo a Jesús: —¡Maestro, qué bien estamos aquí! Hagamos tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.


pero yo he pedido por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando recuperes la confianza, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.


quien al ver que lo seguían, les preguntó: —¿Qué buscáis? Ellos contestaron: —Rabí (que significa «Maestro»), ¿dónde vives? Él les respondió:


Natanael exclamó: —Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.


Los discípulos exclamaron: —Maestro, hace bien poco que los judíos intentaron apedrearte; ¿cómo es posible que quieras volver allá?


Entonces Jesús la llamó por su nombre: —¡María! Ella se volvió y exclamó en arameo: —¡Rabboní! (que quiere decir «Maestro»).


fue una noche a ver a Jesús y le dijo: —Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos. Nadie, en efecto, puede realizar los milagros que tú haces si Dios no está con él.


Con este motivo se acercaron a Juan y le dijeron: —Maestro, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán y en cuyo favor diste testimonio, ahora está bautizando y todos se van tras él.


Mientras tanto, los discípulos le insistían: —Maestro, come.


Los que buscaban a Jesús lo encontraron al otro lado y le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?


Sus discípulos le preguntaron: —Maestro, ¿quién tiene la culpa de que haya nacido ciego este hombre? ¿Sus pecados o los de sus padres?


Y no es que pretendamos controlar vuestra fe, una fe en la que os mantenéis firmes; lo que deseamos es contribuir a vuestra alegría.


Porque no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, presentándonos como vuestros servidores por amor a Jesús.


origen de toda paternidad tanto en el cielo como en la tierra,


Y no ya como esclavo, sino como algo más, como hermano muy querido. Así lo es, al menos, para mí; cuánto más debe serlo para ti, no solo como persona, sino como creyente.


Hermanos míos, no ambicionéis todos llegar a ser maestros; debéis saber que nosotros, los maestros, seremos juzgados con mayor severidad.


no como dictadores sobre quienes estén a vuestro cargo, sino como modelos del rebaño.


Yo soy Juan, vuestro hermano; unido a Jesús, participo con vosotros en el sufrimiento y en la espera paciente del Reino. Me hallaba desterrado en la isla de Patmos por haber proclamado la palabra de Dios y por haber dado testimonio de Jesús,


Me postré entonces a sus pies con intención de adorarlo, pero él me dijo: —¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos, los que dan testimonio de Jesús. A Dios debes adorar. (Y es que tener espíritu profético y dar testimonio de Jesús es una misma cosa.)


Pero él me dijo: —¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos los profetas, como todos los que prestan atención al mensaje de este libro. A Dios debes adorar.


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