Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Marcos 7:34 - La Palabra (versión española)

34 Luego, mirando al cielo, suspiró y exclamó: —¡Effata! (que significa «¡Ábrete!»).

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Mirando al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa «¡Ábranse!».

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

34 En seguida levantó los ojos al cielo, suspiró y dijo: 'Effetá', que quiere decir: 'Abrete.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

34 y mirando al cielo, suspiró, y le dice: ¡Effathá! (Es decir, ábrete.)

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Y levantando entonces los ojos al cielo, suspiró y le dice: '¡Effathá!', que significa: '¡Ábrete!'.

Gade chapit la Kopi




Marcos 7:34
21 Referans Kwoze  

Pasado mucho tiempo, el rey de Egipto murió, pero los israelitas seguían esclavizados, quejándose y lamentándose. Desde la esclavitud sus gritos de dolor llegaron hasta Dios


Despreciado y rechazado por la gente, sometido a dolores, habituado al sufrimiento, ante el cual todos se tapan la cara; lo despreciamos y no hicimos caso de él.


Jesús, conmovido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: —Quiero. Queda limpio.


A esa hora Jesús gritó con fuerza: —¡Eloí, Eloí! ¿lemá sabaqtaní?, que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».


La tomó de la mano y le dijo: —Talitha, qum, que significa: «Muchacha, a ti me dirijo: levántate».


Luego él tomó los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los fue dando a sus discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. Lo mismo hizo con los peces.


Al punto se abrieron los oídos del sordo, se le desató la lengua y pudo hablar correctamente.


Pero Jesús, suspirando profundamente, dijo: —¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? ¡Os aseguro que no se les dará señal alguna!


Jesús le dijo: —Recobra la vista. Tu fe te ha sanado.


Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró a causa de ella


Y acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús exclamó: —¡Muchacho, te ordeno que te levantes!


Jesús, al verla llorar a ella y a los judíos que la acompañaban, lanzó un suspiro y, profundamente emocionado,


Jesús, de nuevo profundamente emocionado, se acercó a la tumba. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.


Quitaron, pues, la piedra y Jesús, mirando al cielo, exclamó: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado.


Dicho esto, exclamó con voz potente: —¡Lázaro, sal afuera!


Después de decir todo esto, Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: —Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.


Pedro le dijo: —Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama. Eneas se levantó inmediatamente.


Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo: —¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho.


Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado, ha experimentado todas nuestras pruebas.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite